PJs de mi vida: Slav von Strangerssen (II)

A Slav todo eso no le importó... demasiado. Cuando despertó en su nueva condición de no-muerto, su mente, su cuerpo, había cambiado a una existencia de obediencia. Pasaron varios años en los que su "vida" existía sólo para obedecer a su Sire, Wilhelm Heimer, Regente del Tercer Círculo de la Capilla de la Casa y Clan Tremere en Bonn. Escalaba en la Pirámide Tremere, la jerarquía monolítica del Clan, con sorprendente velocidad. Varios Neonatos le envidiaban, e incluso hubo un par de duelos de magia. Los resultados le aseguraron que nadie le volvería a retar. Las cenizas de sus oponentes se convirtieron en otro ingrediente más que utilizar en sus muchas y fructíferas investigaciones.
A Slav su vida anterior no le importaba demasiado... salvo por el insistente recuerdo de su amada Anne. Cuando alcanzó el Sexto Círculo de Aprendiz, algo muy notable para un Neonato Tremere, llegó para él la oportunidad que necesitaba para... para recordar el rostro de Anne. Un Aprendiz del Sexto Círculo todavía está atado a su Sire, pero se le permite cierto grado de independencia. Una noche intentó volver a verla.

Lo que pasó esa noche es otro de los secretos que carcomían al joven vampiro y que le alejaban de la conciencia humana que todavía le pudiera quedar. Rompió una de las más sagrdas tradiciones de la Mascarada: revelarse ante un mortal. No importaba que ese mortal no pudiera después contar lo ocurrido. El Clan Tremere es muy estricto. Tal vez el más estricto de los siete que forman la Camarilla. Era difícil que se descubriera, pues no había pruebas materiales, pero los Ancianos del Clan pueden leer la mente...
Era de noche. Slav por fin se había atrevido a volver a ver a Anne. Sabía, por anteriores investigaciones, que Anne no le había olvidado. Lo había intentado, pero no lo había conseguido. Él quería tranquilizarla. Que todavía existía, aunque en otro estado. Incluso era probable, pues ella era inteligente y creativa, que se le diese el permiso para Abrazarla...
Llegó a su casa. Sus sentidos mejorados y su habilidad para percibir a otros seres y preguntarle a los objetos le fueron de mucha utilidad. Le dijeron que en el pequeño piso en el que Anne vivía había otras dos personas. Eso le intrigó más que alarmarle. Todavía conservaba las llaves del portal, así que entrar en el edificio no fue problema. Subió despacio las escaleras. Sus sentidos fijos en esas extrañas presencias. Pues eran extrañas. Sabía que Anne, en ocasiones desde que Slav desapareciera, había... tenido amantes. Pero no percibía lujuria. Percibía deseo, sí, pero no como debería ser...
Llegó hasta el descansillo del piso de Anne. Empezó a distinguir detalles, detalles desconcertantes más aún. Las presencias tenían una tonalidad rojiza, pero pálida y trémula. ¿¡Vampiros...!?
Sus procesos mentales se quebraron con el grito femenino que traspasó puerta de la casa. Era un grito no de dolor, sino de horror.
Con sus capacidades potenciadas por la Sangre que bullía en su cuerpo muerto, con un grito de dasafío, de rescate, de rabia, Slav rompió la puerta justo cuando unas risas y otro grito, esta vez sí de dolor, rasgaban el aire. La luz de las lámparas estaba amortiguada de una manera extraña, antinatural, pero a su escasa luz se podía ver. El espectáculo era digno de una obra de Dante: el cuerpo de Anne estaba rasgado en canal, pero no sangraba. Sus órganos latían y se convulsionaban, mientras la extremidad, era inútil llamarla "mano", de uno de los dos seres se hundía en su abdomen. El otro reía, envuelto en una aureola de oscuridad viva, sólida, móvil. Anne se apercibió de la entrada de Slav. "¡Slav! ¡Socorro!", gritó ella. La historia se repetía. La consciencia de Slav se enturbió. Un velo de color rojo cubrió su vista...
Cuando recobró el uso de sí mismo no recordaba nada. A su alrededor la habitación aparecía quemada. Dos montoncitos de polvo a sus pies y Anne de pie a su lado. Le sonrió, y ella no repondió. Slav intentó levantarse. Lo consiguió con dificultad, pues había algo sobre él. Lo apartó sin mirarlo y se dirigió hacia Anne. A abrazarla. Extendió sus brazos y sus manos sólo tocaron aire. Ella no se inmutó, aunque al cabo de unos instantes miró al suelo. Slav hizo lo mismo. Lo que había a sus pies era el cadáver desgarrado y medio quemado de Anne.

Slav lo mantuvo en secreto. Aprendió a comunicarse con el espectro de Anne. Ella no quería irse a donde quiera que se fueran los espíritus de los muertos. Parecía que estaba atada a él por algún tipo de vínculo. Bien. Slav quería pasar el resto de su existencia con Anne. Lo había conseguido.

Tiempo después, y ya habiendo alcanzado el Séptimo Círculo de Aprendiz, su Sire le mandó a Valladolid, España, donde una inteligente Ventrue llamada Eylo había conseguido expulsar al Sabbat. Se había convertido en Príncipe de la ciudad, y solicitaba la ayuda de la Camarilla para hacer frente a la multitud de enemigos que pululaban por la Península Ibérica. La respuesta fue enorme, y mutltitud de vampiros de la Camarilla partieron hacia allá. El Clan Tremere, siempre haciendo gala de oportunismo, envió a varios vampiros, entre los que se encontraba Slav.
Pronto se vio envuelto en multitud de responsabilidades, ya que la Condesa Eylo, Príncipe de Valladolid, no era una persona fácilmente... saciable. El ya no tan joven vampiro, gracias a sus enormes habilidades tanto en magia de la Sangre como por sus conocimientos, entró a formar parte de un ecléctico grupo de vampiros: Nicolai, un Gangrel ruso, arisco y poco hablador, con un oscuro secreto tras él; Esmesquio, un Malkavian mejicano con un diálogo demasiado inconexo para el gusto de Slav, y que además sufría de personalidad múltiple; Asim, un Seguidor de Set egipcio, huidizo y torpe, pero con un amplio conocimiento sobre la mística del mundo oscuro y multitud de contactos en el submundo; Judas Blanco, apodado "el Carnicero de Vallecas", un Brujah español, simple como el mecanismo de un sonajero pero rápido y contundente como un ariete; y Mike Romanov, un asesino Assamita, valga la redundancia, rumano de nacimiento, cuyo fanatismo se hacía soportable sólo porque era capaz de degollar con su afilado katar la cabeza de alguien al que una multitud se encontrara mirando fijamente sin que ninguno se diera cuenta. La misión del grupo: encontrar y eliminar cualquier amenaza para el gobierno de la Príncipe antes de que actuara contra ella.
Acabaron con Sabbats infiltrados, recuperaron artefactos de un pasado ignoto, destruyeron a un poderoso ser que dormía bajo la ciudad...

El momento más memorable de las aventuras de Slav tuvo lugar casi al final de su vida como PJ, cuando, persiguiendo a un esquivo y poderoso Ventrue Antitribu llamado en clave "Mussolini", acabaron traspasando un portal espacio-temporal que les llevó a un mundo paralelo. Un mundo más atrasado tecnológicamente que aquél del que provenían, un mundo lleno de seres extraños, con una lógica extraña y una apriencia aún más extraña.
Al llegar, Slav notó enseguida que su vínculo con el espectro de Anne había desaparecido. Por más que lo intentaba no conseguía ponerse en contacto con ella. Hasta que la encontró. Ella era una campesina, estaba viva, y en alquel momento estaba sufriendo el ataque de dos seres monstruosos con aspecto de troll de cuento de hadas. Slav, gracias a sus poderosas habilidades, acabó con los agresores de la muchacha en un estallido de energía oscura. Ella se arrojó a sus brazos, agradecida, aunque no le reconoció por quien era.
Después de luchar contra un ejército de temibles montruos, comandados por un desconocido ser, que querían destruír el pacífico reino al que Slav y sus compañeros habían llegado, los vampiros fueron colmados de honores y riquezas. Slav era feliz por primera vez en su no-vida: había encontrado a Anne. Pero un día ella desapareció. El mago de la corte, un chiflado que respondía al estrambótico apelativo de "Mago Guay", cuando se acordaba de su nombre, consultó los astros y, entre sus enigmáticas palabras, los compañeros descubrieron que la amenaza al reino no había acabado, y que el ser que dirigía esa amenaza era quien había raptado a Anne.
Después de muchas tribulaciones, llegaron al castillo de ese extraño comandante.
Allí se encontraron con su Archienemigo: Mussolini. Les estaba esperando, con una siniestra sonrisa en su cara. Slav perdió la cabeza, entró en un cuasi-Frenesí e, invocando las oscuras energías de la Taumaturgia en una larga y fina hoja liviana cual pluma de cuervo, extendiendo unas alas negras tras sus hombros, corrió a su encuentro, separándose peligrosamente de sus compañeros.
Mussolini le fue guiando en su huída, hasta que Slav acabó encerrado en una enorme habitación de piedra con una puerta de metal rojizo cerrada. En esa habitación estaba Anne. Vestida con armadura y una espada brillante en la mano. La sorpresa y el alivio casi hacen que Slav dejara de existir, pues Anne, con los ojos en blanco y poseída por el Ventrue Antitribu, le asestó un mandoble que casi no pudo esquivar. Lo intentó de mil maneras: intentando Dominarla, encerrándola en una prisión de energía, Ofuscándose, sujetándola con Telekinesis, sobrevolándola y esquivándola para llegar hasta la puerta...
Nada sirvió. Con lágrimas en sus muertos ojos, Slav la mató, espada negra contra espada blanca, en un duelo breve pero intenso. Justo cuando la negra hoja de Slav traspasaba el corazón de Anne, ella volvió en sí. Le dijo que le perdonaba y que nunca dejaría de amarle.
Cubierto por la sangre de ella, dejó la espada negra sobre el cuerpo de su amada. Furioso, desintegró la puerta que le cerraba el paso con una sola palabra. Allí estaba Mussolini, con una mueca de satisfacción en la cara. Con ella alcanzó la Muerte Verdadera. Slav no le dio oportunidad y se ensañó con él. Sin arma en la mano, el Tremere invocó otra. Una espada hecha de energía pura, negra como el vacío, radiante como una nova, ligera como una pluma, pesada como diez mil mundos, larga como la Realidad entera, corta como el espacio entre las partículas del átomo. Real e irreal a la vez. Una discontinuidad convertida en arma.
Sus compañeros le encontraron rodeado de trozos del cadáver de su enemigo, cubierto por la sangre de Anne. Llorando. Lo más emotivo fue que Nicolai, el Gangrel, que no se llevaba bien con ninguno del grupo, le puso la mano en el hombro y le miró, comprendiendo realmente su sufrimiento.

Slav se convirtió en PNJ poco después. Entre mi vida en Salamanca y las ocupaciones de mis amigos, no volvimos a jugar la estupenda partida que dirigía Danonino. En la capital charrolandina comencé a dirigir otra partida de Vampiro: La Mascarada a Jezabel y a otros. En esa partida aparecía Slav, como Regente de la Capilla de Salamanca. Frío, preciso, con una soberbia del tamaño de su ego (ya considerable) y un trato distante, casi como si no le importara en absoluto lo que le rodeaba. Espero que ahora comprendáis el porqué.

.

4 errantes soñaron:

Jezabel dijo...

Nicolai era otro que molaba un huevo. De pato.

Barbijaputa dijo...

Da un poco de miedo pero es genial, jijij.

Pero a ver, mis dudas;

1.¿Un pj no es lo mismo que un pnj?

2.El primer post es la introducción del personaje de Slav, lo que tú te inventas, no? Y el segundo post, es lo que ese personaje vivió durante la partida. ¿Es así?

3.Otra cosa, esa partida, por ejemplo fue en mesa? O en foro? Cuánto dura una y otra?

Un besito.

Pd; Espero que se te haya quitao el susto del cuerpo.

Radagast dijo...

Jez, Nicolai molaba un montón. Pero claro, ya viste a Danonino en acción...

Barbija:
1- Un PJ es un personaje jugador, un individuo manejado por un jugador. Un PNJ es un personaje no jugador, un individuo manejado por el máster.

2- Sí, veo que ya lo vas pillando. A ver cuándo nos encontramos por el foro de la partida de Jez y te pongo a prueba...

3-La partida fue de mesa, y puede durar lo que los jugadores y el máster decidan. Decimos "partida", pero en realidad no se refiere a una única aventura, sino a un concatenación de partidas, de crónicas de partidas, etc. Una por foro suele tener unos objetivos más o menos definidos por el máster, aunque el susodicho sabrá cuánto la quiere hacer durar.

PD: sí, el susto se me ha quitado, lo que no se me ha quitado es el cabreo de quedarme sin medio de transporte.

Barbijaputa dijo...

Vale, entendido.

Cuando me encuentres no seas demasiado cruel, que soy pequeña y novata. Ten piedad.