Lectura bajo el Árbol: Mundo Anillo

Para aquellos que leen o han leído Sci-Fi, una de las obras pilares del género siempre ha sido Mundo Anillo, de Larry Niven. Una novela genial, ambientada en un futuro realmente extraño y con multitud de razas alienígenas. Con conceptos tan transgresores como que la humanidad y todas las razas homínidas descienden de los Pak, como que la suerte es un rasgo genético heredable, como que el núcleo galáctico ha explotado y sólo faltan unos cuantos miles de años para que el Espacio Conocido sea arrasado... Un mundo de billones de kilómetros cuadrados de superficie, todo en una cinta continua alrededor de una estrella, en la que las especies pobladoras tienen mucha semejanza con el ser humano...

Una obra para los amantes de la Sci-Fi dura. Lástima de secuelas, porque salvo Ingenieros de Mundo Anillo, las otras dos (Trono de Mundo Anillo e Hijos de Mundo Anillo) son un poco... pobres. Por decir algo.

¿A qué viene esto?
Pues a que navegando por los foros de Alkaid, he descubierto éste vídeo bastante bueno, realizado por un diseñador gráfico friki, sobre la obra:



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Aniversario de Alkaid

Bueno, ya sé que es publicidad y tal. Pero es que como es publicidad mía, pues lo cuento por la red, y bai de feis.

El martes pasado, 23 de junio, hace casi una semana, se presentaba el número cuatro de la revista multitemática Alkaid, gracias al Ateneo Cultural "Jesús Pereda" y en una sala cedida por Caja Duero en Valladolid. Coincidiendo con el primer aniversario del proyecto.
Después de las palabras de Pilar Iglesias, la directora de la editorial, se expusieron tres breves charlas. Una a cargo de Rafael Pardo, sobre la web 2.0 y la divulgación científica (con la mención a un habitual del árbol y de otros tantos blogs amigos). Otra a cargo de Agustín Espina, el ilustrador de la Revista, sobre el nuevo arte digital. Y la última por mí, sobre hasta dónde están metidos los SIG en nuestra vida cotidiana (tuve que ir a toda pastilla, porque mis colegas conferenciantes casi no me dejaron tiempo). Me sorprendió bastante que la gente estuviera atenta y que luego me felicitara y tal, ya que, tengo que reconocerlo, es un tema un tanto árido de explicar. En estos temas, lo mejor es ver el resultado en vez de parlotear sobre ellos.

Unas fotos:

Pilar Iglesias en primer plano, la directora de Alkaid Ediciones.


La verdad es que hubo bastante gente, y no todos jubilados huyendo del calor.


Yo, dando mi charla.


Foto de familia.

Para el que no lo conozca, Alkaid es un proyecto de divulgación científica, social y artística que ya lleva un añito en funcionamiento. Aparte de la revista impresa, también existe un portal en la red, con una serie de blogs asociados y una serie de foros temáticos enlazados a la página principal. No hemos llegado al nivel de Muy Interesante o de National Geographic, pero ya se andará...
Por ahora, os recomiendo que visitéis el portal y los foros. Seguro que os interesa.

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Tierra Serena XVI

Lo primero que hizo Eli-zabad cuando consiguió calmar su angustia fue un análisis de la situación. Bien, estaba claro que estaba sola en todo este asunto, así que más le valía, por su propio bien y por el de su hijo nonato, no cometer errores. Se cubrió con una capa y abandonó el castillo; nadie le hizo preguntas, ni entonces ni tres horas después, cuando regresó con un hato lleno de hierbas y raíces. En realidad, no se molestó en tratar de ocultar sus actividades: sabía que si a alguien le interesaban, tarde o temprano acabarían enterándose.
Tardó dos días con sus noches en tener todos los preparados listos y embotellados. Ahora podía dedicarse a estas cosas, pero no cuando estuviese a punto de parir. Analgésicos para las contracciones, dilatadores para el parto, somníferos para las noches en que el bebé decidiese que no quería dejar dormir a su madre. Antídotos, por si Lord Sergei decidía llevar ese asunto a su manera… era muy capaz, o al menos, ella le creía así después de haber visto su comportamiento. Coagulantes, por si acaso perdía demasiada sangre en el parto. A fin de cuentas, era primeriza, y desde luego que ningún amantísimo esposo iba a contratar los esfuerzos de un sanador para evitar la muerte de su esposa o su hijo.
Muchas botellas, pulcramente etiquetadas. Y… ah, sí. Su último as en la manga. Hierba del condenado. Puñados de hierba del condenado.
Abrió una pequeña caja lacada, en cuyo fondo brillaba el ave de plata, obsequio de su señor y causa de tantos problemas -"¿Lo habría hecho adrede, sabiendo que iba a perjudicarme?"-. Un anillo de ladrón, de los que eran capaces de guardar en su interior una pequeña cantidad de veneno, brillaba a su lado. Nunca lo había empleado. "Ya es hora". Lo llenó con hierba triturada y se lo puso en el índice de la derecha. Luego, depositó el pequeño vial con el resto del veneno en él, y escondió el cofre. Si las cosas se volvían demasiado feas, siempre podría ponerle fin a todo antes de que le obligaran a hacer algo que no deseaba. Abrir el anillo, tocar el contenido con la punta de la lengua, y estaría muerta casi al instante. Y con ella, su vástago. No permitiría que le hicieran sufrir. Pero desde luego que iba a intentar darle una oportunidad de vivir. "Dioses luminosos", rezó, "que sea hijo de mi esposo. Por favor". Rezaba a los dioses de la Luz porque era lo que en su infancia le habían enseñado, ya que Eli-zabad tenía antepasados rennianos, vecinos del país del Duque y de los thrillianos. Muchos problemas le había causado su fe en la Luz, y más teniendo en cuenta la intolerancia de sir Ilan. Poco a poco había ido abandonando la creencia en las intenciones de los dioses, pues si no, ¿qué dios sería tan perverso como para entregarla a una existencia tan infame?


Sencillo. Sencillísimo.
Dama Ariadna esbozó una delicadísima y dulce sonrisa. Bien, había llegado el momento de empezar a subir las apuestas. Se había dejado –por fin– embarazar por el Duque. Había llegado el momento de eliminar a ese molesto individuo, y la mejor manera de asegurarse el control del ducado era la legitimidad de un heredero... a fin de cuentas, si su vástago se volvía demasiado molesto, dama Ariadna siempre podría eliminarlo y obtener de modo más directo el poder. Puede que lo hiciera de todos modos. Estaba tan emocionada por la posibilidad de quitarse de encima al parásito en sus planes que era Lord Sergei, que tanteó la posibilidad de matarlo antes del nacimiento del crío. ¿Peligroso? En absoluto, si sabía como planearlo… era posible, factible, deseable, presionar al duque para que reconociera a su legítimo heredero delante de toda la corte. Una vez afianzada su posición, Ariadna sería una desconsolada viuda y una eficiente regente hasta la mayoría de edad de su heredero, para la cual aún faltaba demasiado. Quién sabe, incluso era posible que no necesitara eliminar al futuro Duque, si aceptaba ser una marioneta dócil.
Sí, si el Duque era tan estúpido de celebrar el próximo nacimiento de su vástago, estaría muerto en menos de un par de meses.
Qué terrible.
Miles de veces había planeado la muerte de su esposo, así que pensar un modo original y efectivo de quitársele de encima era algo que ya tenía bastante masticado. Para algo así, optaría por el veneno. Eficiente, eficaz, elegante. Sabía qué veneno sería, sabía como administrárselo y sabía que nadie notaría nada extraño... Era un plan perfecto, y de hecho, sería más un suicidio por parte del duque que un asesinato. Porque el brujo, orgulloso y altivo, tenía el hábito de marcar terreno, de demostrar a los demás que estaba por encima de ellos, y este sería su error. Cada vez que visitaba el dormitorio de Ariadna, tenía la costumbre de beber la copa que siempre estaba llena de licores de viñedos privados de su esposa, herencia de su línea dinástica durante generaciones. Sólo porque sabía que le molestaba. Siempre, invariablemente, cogía la copa mediada o terminada, la llenaba de nuevo y bebía, mirándola, sonriéndole con desprecio mal disimulado. Esta era su guerra: desde los más descarados ataques hasta los más sutiles gestos.
Ya tenía, entonces, pensado el modo de administración. Ahora, el veneno era... delicioso. Provocaba una lenta y progresiva degeneración pulmonar, que a efectos de un observador –por muy atento que éste fuere– parecería ni más ni menos que una tuberculosis. Lamentable, pero el duque moriría por una enfermedad pulmonar irreversible... de la que nadie sería responsable, claro está. Y su desconsolada viuda tendría que hacerse cargo del cuidado del heredero al ducado… mientras aprovechaba para hacerse cargo también del propio ducado. De todo el ducado. Estaba harta de tener que compartir y ceder decisiones al corto de miras de su esposo, más preocupado en perseguir mujeres que en el poder que podría hallar en los libros, en expandirse y controlar el mundo.
Ariadna ya sabía de todos los bastardos del Duque, y habían sido tácitamente eliminados, junto con sus madres si éstas eran plebeyas. Nadie se había dado cuenta de su desaparición, o de las súbitas muertes a las que se habían enfrentado cinco o seis damas de alcurnia. Ariadna era un genio de la manipulación, y había conseguido cometer los más descarados crímenes sin que nadie se percatase de qué mano manejaba los hilos. Por supuesto, ya sabía del embarazo de Eli-zabad. Cuando naciera, si realmente era un bastardo del brujo... Sir Ilan estaría más que encantado de solucionar el asunto. No iba a permitirse ningún fallo: el poder sería para ella, pasase lo que pasase.
Lanzó una dulce risa al aire, de la que nadie hubiera sospechado ni lo más mínimo.

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Días ocupados...

Llevo un mes que casi no publico nada. Es lo que tiene estar ocupado con un montón de cosas. Y ahora llega el verano y... Bueno, como dice el buen Copépodo:


Intentaré mantenerme a la altura durante estos mesecitos de calor abrasador aquí en la estepa castellana (nueve meses de invierno y tres de infierno, dicen los lugareños).
Por ahora, a ver si me pasan una serie de fotos y os cuento lo que me ha mantenido ocupado últimamente... Y tengo dos entradas personalizadas que publicar...

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Memeces frostianas

Desde el santuario invernal, allá donde la escarcha muerde como si de un cuchillo se tratara, David Frost proponía un meme. Me ha hecho gracia el tema de poner 10 canciones de diferentes autores que lleve en el mp4, así que voy a continuarlo, como ya hizo Jezabel (a su estilo único, y saltándose por el forro el tema. Pero qué se le va a hacer: la quiero igual... a pesar de haberme pisado unos cuantos temas musicales con su meme).

Pongo las que más escucho actualmente, no las mejores de cada grupo (salvo alguna excepción).

Hala, al turrón:
  • Everdream, de Nightwish (gracias por tu voz, Tarja).
  • Anywhere Is, de Enya (para mí, la mejor).
  • Burn, de The Cure (no comments).
  • Chop Suey, de System of a Down (me encanta el registro vocal de este tío).
  • Étude, de Mike Oldfield (el grande, el único).
  • El Día de la Bestia, de Def Con Dos (me partí el eje con la peli).
  • Gravity of Love, de Enigma (increíbles, éstos son increíbles).
  • One Second, de Paradise Lost (de la que creo que ya hablé).
  • Desafío, de Nach (lo mejor de Nach son las bases, y ésta es de campeonato).
  • Puta, de Extremoduro (si lo cantan éstos, está bien cantado).
Editado: Jezabel, nenamaja, a ver cuándo me tocas al piano la de Watermark, de Enya, que es de mis favoritas.

Editado: al que me diga de qué tema es versión la de Étude, de Miguelito Campoviejo, le dedicaré una entrada sólo para él o ella. Barbija, tú no cuentas que ya tienes premio. Y Jezabel, tú tampoco que en su momento te lo comenté.

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Lo que uno hace por amor...

Si es que yo soy de un bueno que lo flipo yo solo, yo que era feliz con mi soldado de plomo y mi globo.
(Premio para el que pille la referencia).

Si no, no entiendo que me someta a este tipo de torturas psicológicas (que en breve voy a compartir con vosotros, para vuestro infinito horror, ¡bwahahaha!) que hacen que se desequilibre mi auto-imagen, tan jodidamente lograda y que blá-blá-blá.

El tema es que cuando Jezabel, mi querida Jezabel, tiene que distraerse de los problemas, entro yo en juego. ¿Y qué tipo de cosas hago para desestresarla? No, lectores, no hablo de eso.

Hablo de esto:

Si es que me doy asco hasta a mí mismo...


Groaor!!!


¡Soy mala malaaaaa!


Comparación: mis labios son los de la izquierda.
Los de la derecha son de Jezabel...



Por si quedaba alguna duda...

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Tierra Serena XV

Amaneció, y la pálida luz del sol de invierno, oculta por las nubes, inundó el dormitorio de Eli-zabad. Se inclinó sobre sí misma y ahogó una arcada. Había albergado la esperanza de que las náuseas que la agobiaban desde había tres días fueran producto de un corte de digestión, pero ya no tenía sentido negar lo evidente. Hace una semana que tenía que estar padeciendo ya el dolor de madre, y los mareos y la tirantez en sus pechos eran factores que no podía ignorar. Estaba embarazada.
El problema no era ese. A fin de cuentas, para alguien que estaba completamente sola –ni esposo amantísimo, ni amigas, ni sirvientes leales– tener un hijo podría significar el fin de esa insoportable soledad, y le daría sentido a su vida: tener que educar a alguien evitando que se convirtiera en una de las víboras con las que se codeaba no era tarea fácil. El problema, y ella lo sabía muy bien, era la paternidad del niño. Si era hijo de su esposo, no habría ningún problema. Lord Sergei había dejado bastante claro su desprecio por ella, muy sorprendida se sentiría si ahora manifestaba un interés por el vástago de su amante sabiendo que el padre no era él. Ahora, si realmente el Duque era el progenitor del bebé… dioses. No quería ni pensarlo. Su esposo se podría furioso. Pero…
Derecho de pernada. Si Lord Sergei era piadoso, tal vez podría acogerse al derecho de pernada… entonces ni ella ni el bebé tendrían más problemas. A fin de cuentas, no era el producto de una infidelidad, sino de un derecho de su señor. Bien es cierto que hacía mucho tiempo que había pasado desde su prima notte, del mismo modo que era cierto y conocido el carácter voluble y caprichoso de su señor. Legalmente no habría ningún problema con el bastardo reconocido… por supuesto que no sería nada en comparación a los hijos legítimos de tanto de lord Sergei como de Sir Ilan, pero cualquier cosa era mejor que la muerte.
Se vistió de negro, cubriendo su rostro y sus manos con un velo, y solicitó una audiencia con el duque.


El hechicero no tenía nada en qué emplear su tiempo, pero aún así decidió hacer esperar a su -hasta hace poco- amante. Ordenó que le trajeran vino a su sala de audiencias, una habitación enorme y poco iluminada. La oscuridad llenaba la estancia, en la que el único mueble era un ornamentado asiento para el duque sobre una tarima. A lord Sergei le gustaba que cada uno se quedase en el sitio que le correspondía, y el suyo estaba, al menos según su modo de pensar, muy por encima de cualquiera.
Cuando por fin envió a buscar a Eli-zabad, había terminado su copa de vino y despedido a los sirvientes. Tal vez ella había cambiado de opinión… tal vez se había dado cuenta de que contrariar a su señor era un terrible error. Tal vez, seguramente, imploraría su perdón, suplicaría que olvidase su necedad… y él, por supuesto, la haría pagar por haber osado disgustarle, y después… ah, después. El Duque sonrió con anticipación. Después se deleitaría en sus labios, mordería su blanquísima piel hasta cansarse, la haría suya tantas veces como desease.
Tan seguro estaba de sí mismo, que ni tan siquiera se paró a pensar que tal vez Eli-zabad no solicitase una audiencia para humillarse ante él, ni en su lugarteniente, ni en… el latido acelerado de su oscuro corazón ante la deliciosa perspectiva de poder besar a Eli-zabad. Craso error.


Las puertas se cerraron sonoramente con el ruido de la madera maciza. Eli-zabad avanzó hasta situarse a una distancia prudencial. Iba vestida de modo sereno y poco ostentoso. El duque percibió, bajo el velo negro, el resplandor suave de sus ojos oscuros.
-Mi señor –inclinó la cabeza con reverencia, pero sin el más mínimo atisbo de temor o culpa. Lord Sergei le devolvió el saludo con una sonrisa burlona, su habitual mueca de displicencia-. Mi señor, seré breve. Me hallo en estado de buena esperanza.
El Duque se quedó de piedra durante un instante, pero reaccionó con presteza.
-Os felicito, dama Eli-zabad –empleó el tratamiento para darle un matiz más distante a sus palabras– pero no veo porqué habéis de informarme a mí antes que a vuestro esposo.
Ella levantó la cabeza con altanería, sorprendida de la osadía de su señor, de su descarado cinismo.
-¡Cómo! Mi señor, sabéis tan bien como yo que este hijo podría ser vuestro.
El Duque se puso en pie, sin dejar de sonreír. Se acercó a ella, levantó el velo y lo dejó caer en el suelo. Eli-zabad seguía mirando al frente cuando notó el suave y gélido tacto de las yemas de lord Sergei en su cuello.
-No, querida… -susurró él, en un siseo de serpiente, muy suave y siniestramente-. No. Ningún bastardo tendrá la posibilidad de enfrentarse a mí en un futuro, o de reclamarme nada. Ese hijo no es mío –continuaba acariciando su cuello con delicadeza, incluso se permitió pasarle la punta de la lengua-. Tan sólo existe la posibilidad de que no sea de vuestro esposo… en cuyo caso, querida mía, estáis metida en un muy serio aprieto. Si tenéis la mala suerte de que descaradamente no se parece a sir Ilan… en fin, os juzgarán por adulterio y os crucificarán, después de haber recibido los doscientos latigazos de rigor.
Ella estaba anonadada. No podía creerse lo que estaba oyendo… Lord Sergei sonrió, en su interior sentía un perverso placer al hacerle pagar la pérdida de control que le había provocado Eli-zabad. Descendió su mano hasta el vientre de ella, donde un hijo, probablemente suyo, se aferraba desesperadamente a la vida.
-No os creáis tan especial, querida. No he reconocido ningún bastardo y el vuestro no va a ser el primero. Si me hacéis caso, eliminaréis este "problema" ahora que aún podéis –la giró hasta ponerla frente a sí, y le rozó los labios con los dedos-. Vamos, querida. Devolvedme la posibilidad de disfrutaros y yo os libraré de lo que os atormenta. Sabéis perfectamente que si vos morís, la vida de este bastardo será breve e insoportable. Haceos un favor, hacédselo a él. Acabad ahora que podéis.
Desde tan corta distancia, el olor cálido y dulce de Eli-zabad inundó las fosas nasales del duque, arrastrándolo a un torbellino de recuerdos. Sus dedos, sobre la boca de ella, temblaron. "Nadie debe interferir en mis planes", tuvo que recordarse. Sin embargo, no pudo evitarlo y la besó. Sus dedos avanzaron sobre la tela del vestido, buscando la piel alabastrina. Saboreó sus labios con ansia, durante un instante... y ella le apartó de un empujón.
-Sois un miserable. Un miserable sin corazón –susurró con los ojos llenos de lágrimas y los dientes apretados de cólera contenida-. Espero que tengáis un poco de vergüenza, la suficiente como para no estar en primera fila cuando me crucifiquen, porque no pienso… no pienso…-estaba tan furiosa que no le salían las palabras– "eliminar este problema" -repitió las palabras del Duque.
Dio media vuelta, recogió su velo y se lo puso. Salió de la sala dejando a Lord Sergei envuelto en el desconcierto y la ira.
-¡Estúpida! –le gritó él a la sala vacía- ¡Estúpida!
Estúpida. ¿Por qué no podía ser como las demás? ¿Por qué no podía dejarse moldear por sus manos? ¿Por qué tenía que rebelarse? ¿Por qué tenía que empeñarse en… en… en obsesionarle?

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Va para vosotros, queridos lectores

Estaba pensando cómo festejar mis cien entradas (dejando aparte los agradecimientos del post anterior). Así que me puse a pensar esta mañana, y entonces recordé que hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, yo solía pasarme por cierto blog de temática extraordinariamente friki. Me ha costado un güevo y parte del otro acordarme del nombre, pero lo he conseguido: era PoderFriki.com. Ya ni me acuerdo de por qué dejé de pasarme. Seguramente porque por aquélla estaba liado terminando de una puñetera vez la carerra y, como soy asín de tonto, no guardaba los blogs que leía en la carpeta de "marcadores".
Bueno, ya lo he recuperado de mi paupérrima memoria y volveré a ser asiduo. Que la verdad es que es una risa (la entrada sobre la película de Eragon no tiene precio, ni tampoco los comentarios de los trolls y "fans oficiales" provenientes de la página oficial de la peli).

El tema es que, decía antes, no sabía cómo festejarlo, pero recordé algo que me hizo partirme el culo como pocas veces lo he hecho y que había visto en este blog. Una obra maestra genial: Chad Vader.

Os dejo la primera temporada, rescatada de las arenas del tiempo, subtitulada (con mayor o menor éxito) en castellano. Cada episodio no dura ni 6 minutos. Pero es muy grande.
Va para vosotros. Y para ti, pollo.









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Centenar de sueños

Ésta es la entrada número 100 de Los negros sueños del cuervo.

Empecé este blog movido por la insistencia de Jezabel y de otros varios habituales de su espacio. Al principio no sabía ni sobre qué escribir. Un poco de esto, un poco de aquello... Chorradas varias, vídeos musicales, disquisiciones mentales y textos narrativos fueron el principio. Después me fui animando, sobre todo gracias al apoyo de mis lectores, ampliando el espectro hacia un batiburrillo de pensamientos filosóficos, reparto de castañas a los de siempre, explicaciones medioambientalistas o repasos a mi vida roleril. Y ahora, casi seis meses después de empezar, veo con satisfacción que la duda que tenía sobre si lo dejaría a los diez días de empezar no se ha hecho realidad.

Dijo en una ocasión Alfie que este blog podría ser una especie de teatro de variedades a lo José Luis Moreno. Dejando aparte el objeto de la comparación, cierto es que me gusta la amplitud de temas que toco. Soy un científico generalista y no me gusta pensar de modo específico, lo que se refleja en la temática tan variada de mi verde blog, como lo tituló en un principio mi camarada Siespierre.

Si bien nunca llegaré al ritmo de publicación de Jezabel (se acerca a las 1200 entradas en dos años y medio), espero que alguna vez pueda decir con orgullo que he aportado un millar de pensamientos a la red. Mientras tanto, continuaré por aquí dando leña al mono, que es de goma.

Gracias a todos los que me leen desde el principio, gracias a los que me cogieron ya empezado, gracias a los que se pasan bajo el árbol sólo de vez en cuando y gracias a los que han dejado de visitarme. Todos me habéis ayudado para que siga en la brecha.

Gracias de modo especial a Barbijaputa, a Siesp y a Mahs, tanto por vuestro trabajo personal como por vuestro apoyo. Gracias también a Desilusionista, a Lanarch, a Copépodo, a Alfie, a Hugo, a Min, a David Frost, a Tarky, a Blanco Humano, a José Luis, a Tay, a Orofëa, a Eugenio y a Marcelino, que cada uno a vuestra manera positiva o negativa me habéis ayudado a continuar y me habéis enseñado multitud de cosas. Gracias a los que venís sin tener blog, como Seifer y otros. Gracias a esos lectores anónimos y no-anónimos que de vez en cuando aparecéis. Gracias a ésos que venís buscando cosas tan extrañas como "mingas de los negros", "soñar con una invocación demoníaca", "inhalar clorofluorocarbonos" o "los cuervos de mierda", que me hacéis pasar tan buenos ratos. Gracias al resto que no he nombrado por motivos de mi escasa memoria pero que sé que también estáis ahí.
Gracias, por siempre jamás, a mi Jezabel.

Nos vemos por la red.

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PJs de mi vida: Viktor Maxwell

  • Juego: Mago: La Ascensión.
  • Tradición: Hijos del Éter.
  • Edad: 30 años.
  • Nacionalidad: austríaca.
  • Concepto: científico y aristócrata.
  • Descripción: alto y de complexión delgada. Atractivo, de pelo corto y rubio, luce perilla y bigote cuidados al milímetro, ojos del color azul verdoso del mar. Va casi siempre vestido con trajes de tres piezas, impecables y caros. Suele llevar en la mano un bastón de madera negro y con pomo de plata. De modales elegantes, se mueve con cadencia y precisión. Trata a todo el mundo con una corrección inusitada y es raro que alce la voz. Es extremadamente inteligente, lo que a veces provoca que trate con educada suficiencia a los que él considera sus inferiores intelectuales.
Nota del cuervo del blogmaster: cuando uno piensa en los Hijos del Éter, inmediatamente le viene a la cabeza una extraña y desquiciante combinación entre el Doctor Frankenstein y el Doctor Horrible. Yo quería salirme de ese estereotipo, creando la versión contraria al típico Eterita: un ser sociable, carismático y el perfecto caballero, además de poseedor de las típicas virtudes de los Hijos del Éter (creatividad, inteligencia, intuición, ilusión, curiosidad y dedicación al trabajo). Si en algún momento alguien se atreviera a dirigirme una partida de Mago: La Acensión (Jezabel aparte), éste sería sin dudarlo mi personaje. Viktor empezó en realidad sus andaduras como mero Personaje No Jugador en la crónica de Demonio: La Caída que dirijo a Jez desde hace más de un año, en la que ella lleva a una Diablesa llamada Eli'yereda, la Duquesa de la Llama Ardiente, y que habita dentro del cuerpo de una marine estadounidense de nombre Megan O'Neil. Desde hace poco, y gracias a mi Oscura Jezabel, puedo vivir en la piel de Viktor Maxwell en una crónica que ella me dirige a mí solo.

Viktor Maxwell es varias personas en un mismo cuerpo.
Por un lado está el Barón de Fendelweig, un valle austríaco al pie de los Alpes. Es una persona puntillosa, orgullosa, elegante y social. Vive nadando literalmente en la abundancia, rodeado de comodidades casi excéntricas. Es inmensamente rico, no sólo por su enorme fortuna personal heredada de su familia, sino también por el no pequeño entramado de empresas aparentemente no relacionadas con él pero que le proporcionan ingentes beneficios. Es conocido por toda la nobleza europea por el hecho de celebrar fastuosas fiestas en su castillo, ser un perfecto y atento anfitrión y tener una soltura en los entramados nobiliarios fuera de lo común. No suele dejarse ver demasiado, pero aún así es raro que no aparezca su nombre o su foto en alguna revista de prensa rosa de vez en cuando. Antiguamente famoso por sus escarceos amorosos, murmurados sotto voce por doquier, parece que en los dos últimos años se ha moderado, no apareciendo en público con ninguna mujer del brazo.
Después está el Doctor Maxwell, catedrático de Física de Partículas en la Universidad de Viena. Esto puede parecer extraño, pero tiene su explicación. Su padre Hans Maxwell, de origen plebeyo pero poseedor de un carismático encanto, le enseñó desde pequeño que si había tenido la suerte de nacer rodeado de riqueza debía compensarlo a la comunidad no viviendo de su riqueza sino del sudor de su frente, incluso más que las clases bajas. Por tanto, el Doctor Maxwell es muy exigente con sus (muy escasos) alumnos, no perdiendo el tiempo con quien no entiende las complicadas ecuaciones multidimensionales de la rama de la física a la que se dedica profesionalmente. Es un auténtico tirano, en toda la extensión de la palabra, convencido de que el duro trabajo y la continua presión son el mejor método para "eliminar" a los ineptos y para espolear al físico de verdad. Si bien su asignatura es opcional en el último curso de la carrera, es normal que aproximadamente tres cuartos de su alumnado sean superficiales muchachas encandiladas por su aristocrático atractivo y su pose de profesor duro, que no esperan aprobar la asignatura sino que sólo quieren que él se fije en ellas. El resto son jóvenes de cualquier sexo con verdadera vocación por la física teórica. Actualmente tiene cuatro alumnos...
Y por último está Viktor Maxwell, de rango "Catedrático" dentro de la Tradición de los Hijos del Éter. Continuamente recomendado por sus superiores para un sillón en el Consejo de las Nueve Tradiciones como representante de su orden, pero que él siempre rechaza por no gustarle la política, prefiere dedicar su tiempo a desarrollar nuevas teorías tecnomágicas, la Verdadera Ciencia de los Eteritas, que posteriormente puedan incorporarse al acervo común de la humanidad para el beneficio y progresión social de ésta. Viktor siempre se deja guiar por la intuición y el deseo de proteger al ser humano de los nefastos peligros en los que se encuentra. Suele compaginar su tiempo "de laboratorio" con salidas "al campo" para exterminar las amenazas sobrenaturales, ya sean nefandos, vampiros, fomori u horrores todavía peores.

Estas tres personas no se aguantan entre ellas. El Aristócrata es un sibarita que busca la comodidad y la realización de todos sus deseos y caprichos. El Profesor es el exponente de la meticulosidad y de la dedicación, siempre preocupado por tener las mejores herramientas para cada momento. El Tecnomante es un idealista que cree que el único camino para la Ascensión de la Humanidad es inspirarles, mostrarles un ideal de "cualquier cosas es posible, el único límite es tu imaginación". De este modo, Viktor Maxwell nunca está satisfecho con sus logros, lo cual no es más que una muestra de la naturaleza de su Avatar, de marcada Esencia Dinámica. En realidad es un entusiasta que siempre está buscando la manera de abrir nuevas fronteras en cualquier aspecto de la vida.

Como PNJ entró en escena cuando Eli'yereda, protegida por el Padre Pablo (un miembro de la Tradición del Coro Celestial) era acosada en sueños por su anterior compañero celestial, el Corruptor Naiariel. Un día después de salir de su trabajo como camarera del único bar del pueblo, volviendo al monasterio extremeño donde se alojaba gracias a la caridad del Padre Pablo, se encontró con una explosión y una nube de humo. Preocupada por el sacerdote y por Tomás (un paleto de mentalidad simple y lenta, el sepulturero del pueblo, y que en realidad contenía la esencia del Verdugo Laiel, el Caído de las Últimas Cenizas), ella corrió hacia el interior del edificio. Se encontró con que Tomás ya estaba sacando el cuerpo exánime pero vivo del sacerdote. Toses de otras dos voces desconocidas provenían del interior de la habitación de Megan. Entre el humo encontró dos cuerpos parcialmente conscientes y a los que ayudó a salir.
Eran dos individuos tan diferentes como el contraste entre el día y la noche. Uno parecía el típico macarrilla de ciudad, con un acento madrileño muy marcado, vestido con una camiseta sucia y agujereada (de fumar porros...), pantalones a lo rapero, una gorra puesta de medio lado y unas playeras rotas. El otro era un atractivo hombre alto, elegantemente vestido con un traje de tres piezas (e inexplicablemente impoluto), muy correcto y que pronunciaba el castellano o el inglés con un fuerte acento alemán. Así aparecieron El Rayo y Viktor Maxwell, el primero un Adepto Virtual y el segundo un Hijo del Éter. Eran amigos personales del Padre Pablo (de hecho, el sacerdote había "rescatado" a Viktor de su espiral de autodestrucción moral en la que vivía como noble superficial), quien les había pedido ayuda para construir un artefacto (el sacerdote había decidio que las oraciones Coristas no podían ayudarle y debía acudir a "los inventos del Maligno") que protegiera la psique de Megan del asalto onírico del otro demonio.

Ambos magos, El Rayo y Viktor, quedaron encandilados en seguida por el encanto celestial de Eli'yereda, pues, aunque Megan no fuera particularmente atractiva, su esencia como Ángel de la Primera Casa radiaba en todas direcciones bondad, carisma y esperanza preternaturales. Como los intentos de ligoteo de El Rayo eran tan patéticos como adorables, en realidad Viktor tenía el campo libre para cortejarla. Le mostró Viena, la llevó a la Ópera, la llevó a cenar a los mejores restaurantes, recorrieron las maravillas del mundo moderno y el mundo natural. Siempre comportándose como un educado caballero cortejando a su dama. Megan sólo utilizaba a los hombres para satisfacer su libido momentánea y luego los descartaba, pero Eli'yereda, desconocedora de cualquier sentimiento humano, se veía atraída por el austríaco. Por su elegancia, por su curiosidad, por su inteligencia, por su carisma. Viktor Maxwell era lo que, en tiempos anteriores a la Historia, los Ángeles Rebeldes habían soñado para la Humanidad.

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