El mundo actual requiere especialización, de acuerdo, pues nadie puede abarcar todos los ámbitos. Y yo mismo, por supuesto, soy producto de eso: estoy especializado en una ciencia generalista. Una contradicción de lo más irónico.
Hoy he ido al traumatólogo. Los que me conocen saben que llevo algo casi un año con la rodilla izquierda jodida. Me duele, de una forma bastante aleatoria, en determinados momentos. Por ejemplo, por la noche: cuando me tumbo en la cama para dormir, al final me acaba despertando el dolor. Como consecuencia, no consigo dormir más de 6 horas. Y eso si me tomo un antiinflamatorio, claro. Si no, no duermo nada.
He ido al traumatólogo, decía. Un tipo que, además, está especializado en rodilla. Un especialista dentro de una especialidad. Perfecto. El tío es bueno, al menos eso dicen, y la verdad es que tengo que darles la razón. Los otros traumátologos que me habían visto hasta ahora me habían mandado a casa con una exploración superficial y una receta de un medicamento que, se sabe, no da ningún resultado. Tampoco hace daño, así que algo es algo: es un regenerador del cartílago que, seamos serios, hace el mismo efecto que comerte la ternilla de los huesos de pollo. Porque de eso está compuesto, de sustancias precursoras del cartílago que ya se encuentran en el propio cartílago. Bueno, por lo menos éste me ha explorado bastante a fondo, me ha mandado pruebas (resonancia y gammagrafía) y me ha dicho que mis síntomas no coinciden para nada con los diagnósticos de los que me habían visto hasta ahora. Desde luego, tiene razón.
El tema es que me acompañaba mi madre, médica de Atención Primaria (una especializada en algo general). Como tal, ocupa el primer eslabón de una cadena de médicos que forma el Sistema Sanitario Español. Un eslabón de una cadena, digo. Pues bien, nada más decirle mi madre que ella es médica, el tipo se ha estado quejando de modo muy desagradable sobre que los médicos de Atención Primaria mandan a los pacientes a los especialistas sin ninguna exploración previa ni nada. Sin duda esto es verdad en algunos casos. Igual que hay especialistas que te mandan a casa con la receta de un medicamento del que no se ha probado su eficacia, sólo que no es dañino (algunos hasta te lo dicen: "total, daño no te va a hacer, y si mejora... pues ya sabes"). El campo de la medicina está lleno de profesionales que se ocupan de su deber (pocos, pero los hay) y de profesionales que a los que deberían retirarles el título y la posibilidad de ejercer (la mayoría... Volvemos a la Ley del 80%). Y aquí y en todas las profesiones. Hay gente que hace su trabajo y gente que sólo cobra su sueldo.
Decía que el Sistema Sanitario Español es una cadena. Primero vas a tu médico de cabecera, éste te explora, decide si hay que hacer pruebas (las que pueda firmar, que son pocas) y te manda a un especialista para que medite tu caso. Éste hace lo mismo, sólo que ya tiene capacidad de decisión en cuanto a pruebas, intervenciones y demás. Si lo cree oportuno, te puede mandar a otro y tal. Así, ad nauseum. O hasta que den con lo tuyo, claro, que suele ser lo que pasa.
Pero lo que es en teoría una cadena se convierte en un sistema no ya jerarquizado, sino estratificado: los que en teoría deberían ser iguales (los médicos, todos, tienen al menos UNA especialidad), están considerados de forma diferente. No ya por el público que acude al servicio sanitario (al que te operó del corazón, viéndote en su consulta privada, le regalas un jamón ibérico. Al médico de cabecera le exiges airadamente que te mire y, como mucho, le regalas si eso un par de calabacines de tu huerta, si es que le has dado las gracias. Verídico), sino dentro del propio Sistema. Los especialistas, que dependiendo de su especialidad tienen una media de 3 a 40 pacientes por día, tienen enfermera sólo para ellos, una secretaria, acceso al sistema informático, posibilidad de llamar en cualquier momento a cualquier compañero/a para otra opinión (incluso al médico de Primaria que les envió el paciente), etcétera. Y también la arrogancia que les da el saber que tanto el público como el sistema apoyan esta estratificación. Un médico de Atención Primaria, que dependiendo de la zona puede tener más de 100 pacientes al día (mi madre, por ejemplo), comparte enfermera y secretaria con otros compañeros, puede o no tener acceso a la historia informatizada (mi madre no tiene ordenador en la consulta), puede llamar a quien le dé la gana y lo más probable es que no le contesten (o, si lo hacen, sea de modo grosero), etcétera. Y eso que, en teoría, sigue siendo un médico.
Un ejemplo más de la absurda cultura de la especialización a la que hemos llegado.
Y hay más. No tenéis más que enteraros de las increíbles medidas que la cúpula directiva del Sistema Sanitario ha ordenado por lo de la gripe "pandémica" ésta que nos asola. Enteraros y reíros. Ya no caen ni lágrimas.
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