Va para ti, hijo de la gran puta

Y ya, por fin, he conseguido darme de baja de los grandísimos mamones de Blinko.
Hoy no he recibido los mensajillos, menos mal. Porque es que llevo tres meses que la factura me sube 20 lurillos por la mierda ésta.

Y no os creáis que yo me di de alta voluntariamente. Ni de coña pico yo en estos timos (porque es lo que son). No, andaba yo por la Villa y Corte, y tengo testigos, cuando de pronto se me activa el bluetooth del móvil. "Anda", pensé, "vaya cosas más raras que me suceden". Ja, ja, y no le di importancia. Iluso y pobre de mí.

Al cabo de unos días comencé a recibir, religiosamente a las 5 de la tarde, dos mensajes diarios de Blinko. Jezabel, Tarky y yo lo llamábamos con guasa "La Hora Blinko". Porque no os penséis que estos tíos se saltaban un día o una hora. No, qué va. Se podía poner en hora el reloj. Al principio no lo relacioné con lo de la activación del blutooth, pero al final fue claro. Y, según he visto por páginas web y blogs, es algo muy común.

Con el tiempo me fijé (despistadillo que soy) en que, si bien había empezado a reducir el tiempo que paso al teléfono, y con ello la factura telefónica, ésta no bajaba. Al comprobar los estractos me encontré con que cada día se me cobraban 60 centimines por dos mensajes recibidos. "Van a ser los de Blinko, qué hijoputas". Intenté darme de baja varias veces, y nunca lo conseguía. Pero creo que ya lo he conseguido.

Porque lo mejor de estos tipos es la publicidad engañosa de la que viven. "Date de alta y, por sólo 20 céntimos, bájate lo que quieras para tu móvil". Y una mierda de ñu. ¿Cómo van a hacer negocio si sólo cobran 20 céntimos? La trampa está en que, al darte de alta (o, en mi caso, que te den de alta), estás aceptando que se te envíen mensajes publicitarios con las nuevas descargas disponibles. Y que te cobren 30 céntimos por cada uno que recibes. Me encanta el "silencio informativo". O "el que calla, otorga". La desfachatez de estos cabrones aumenta al darse uno cuenta de que la publicidad de este tipo de "servicios" sale por televisión a la hora en que todo descerebrado adolescente escolar está delante de la pantalla. Por ejemplo, en los interminables intermedios de los Simpsons. Es decir, entre las 2 y las 4 de la tarde. ¿Os acordáis de lo del timo del concurso televisivo? Pues esto es similar.

Haced cuentas: 0'30 euros por mensaje, a 2 mensajes diarios. En un mes son 18 euros. ¿Cuántos "clientes" tienen? Supongamos que un millar, más o menos (y tiraré por lo bajo). Eso son 18000 euros del ala. En un mes. La gente que intenta darse de baja lo lleva haciendo dos o tres meses. 54000 euros.
54000 euros suponiendo que sólo tienen mil clientes que quieren darse de baja, cosa que dudo mucho. Y sin contar a los que siguen en ello por desconocimiento o por dejadez. O incluso porque quieren. No sería descabellado pensar que podrían ser diez veces más clientes. En tres mesecillos los hijos de la gran puta se llevan QUINIENTOS CUARENTA MIL putos euros. Y no les sumo el cobro de la cantidad de mierdas que la gente paga por bajarse.

Y luego el lío para poder darte de baja. Joder. Pasa con las compañias de teléfonos, con los bancos y cajas, con las aseguradoras... Al final también sucederá con el kiosco donde compras el periódico. Todo facilidades para que utilices sus servicios, pero en cuanto ya no quieres utilizarlos no te dejan escapar. Las respuestas a tus peticiones de baja se van alargando días, semanas y hasta meses. Y mientras tanto te siguen cobrando. He encontrado una cantidad enorme de gente quejándose de lo mismo: que ellos no solicitaron ningún servicio y de que les pusieron multitud de trabas para que dejaran de cobrarles. Y de que no les devolvieron el dinero robado, por supuesto.

¿Para qué coño está la OCU? ¿Para qué el Defensor del Ciudadano? ¿Por qué el sistema judicial español no es previsor y sólo actúa cuando el crimen ya está cometido? ¿Es que no existen comisiones de expertos que investiguen este tipo de timos y aprovechamientos?

¿Dónde está Batman?

Editado: la genial Evousky, la novia de Danonino Monster, me acaba de dar un susto de muerte. ¡Qué jodía! Acabo de recibir un mensaje que pone (transcribo literalmente): "Blinko: ganarás 1000 patadas en la entrepierna si te lamentas por tener bluetooth... O 2000 pellizcos en el culete si osas mirar tu factura de teléfono. QT DEN". Un beso desde aquí para ella. Y un aviso: comenta en mi blog o muere.

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Los viejos rockeros nunca mueren

En España ha habido grandes bandas de rock duro. Leyendas de la música que continúan con el trabajo que empezaron allá en los 80 o principios de los 90. Barón Rojo, Extremoduro, Medina Azahara, Lujuria... y Barricada.

Se puede decir que crecí con este grupo. Cuando era pequeño en ocasiones acompañaba a mi padre a la Facultad de Ciencias de Valladolid, donde daba clase, y me quedaba en su despacho. Pegado a un ordenador 286 con gráficos CGA y matando marcianitos en una versión chunga del Space Invaders, mi padre me dejaba con el radiocassette puesto y los invasores del espacio exterior para hacerme compañía. Allí escuché de todo. Escuché a Simon & Garfunkel, a Vangelis, a Celtas Cortos, a The Alan Parsons Project, a Mecano, a Mike Olfield...

Pero siempre recordaré Barricada. Censurados continuamente (y liberados gracias a Dios), con temática contra la guerra, el racismo o la opresión, sin dejar de lado algunas de las mejores baladas del rock español, estos navarros nunca soltarán sus guitarras.
  • En Blanco y Negro.

Mi preferida.
  • Oveja Negra.

Y decir que esta canción es racista...
Hay gente que no entiende ni el sarcasmo ni la sátira.

  • Deja que Esto no Acabe Nunca.

Una vampi-balada. Preciosa.
  • Sólo Quiero tu Boca.

Temazo con el único y verdadero Dios a la guitarra.
  • Haz lo que Quieras (Tu Cuerpo).

Jejeje. Para Jezabel.

Editado: hay muchos y muy grandes temas de este grupo. La pena es que los vídeos que he encontrado son todos de directos grabados con cámara de mano, todo el rato moviéndose y con un sonido horrible. Una pena no mostraros La Hora del Carnaval o Abrir y Cerrar.

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Comuneros de Castilla

Hoy es 23 de abril.
Y soy castellano, qué le vamos a hacer.

En Villalar, hoy de los Comuneros, hace 488 años las tropas de los rebeldes contra el rey Carlos I sufrían la mayor derrota. Sus líderes (Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado) fueron apresados y ajusticiados. El "Movimiento de las Comunidades" sucumbía y, aunque Madrid y Toledo (esta última capituló al año siguiente) todavía mantuvieron vivas sus comunidades algún tiempo, el emperador de media Europa acababa con la oposición que le impedía tomar resueltamente la Corona de Castilla.

Desde que Juan Martín Díez, el Empecinado, acudiera a la localidad vallisoletana acompañado de sus seguidores para "rescatar" los restos de los cabecillas del movimiento el mismo día pero tres siglos después, esta fecha comienza a denominarse "los últimos días libres de Castilla". A partir de ahí es cuando empieza a utilizarse el pendón morado. Y esa conmemoración comenzó a usarse como referente izquierdista de la libertad. Ya durante la 1ª República se usó para proclamar el Pacto Federal Castellano, el primer intento de organizar el territorio español en comunidades federadas. Pues "Castilla fue entre las naciones de España la primera que perdió sus libertades en Villalar bajo el primer rey de la Casa de Austria", dijo el Presidente. Este sentimiento se utilizó incluso durante la Guerra Civil del 36, creando el "Batallón Comuneros de Castilla", cuyos integrantes eran básicamente castellanos y llevaban como símbolo el pendón morado.

En 1976 se congrega en la localidad la primera concentración autonomista, pese a la prohibición del Gobierno, que envió a la Guardia Civil a disolver a los presentes (unos pocos centenares de intelectuales, profesores y políticos de izquierdas). El año siguiente fueron unas veinte mil personas. La autonomía de Castilla y León se consiguió, por fin, en 1983, siendo de las últimas en proclamarse (las últimas fueron las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla).

Desde 1986 es oficialmente la Fiesta de la Comunidad de Castilla y León.

Muy controvertida, la bandera de Castilla y León (creada bajo el mandato de Fernando III, el Santo) se considera por muchos una aberración histórica y una apropiación indebida de símbolos, al aglutinar bajo la misma enseña territorios muy diferentes.
Y porque en realidad ha sido el símbolo de la totalidad del Reino de España durante gran parte de su historia.


Muy curioso que todo este acontecimiento comenzara con la rebelión de la burguesía medieval castellana, parte del clero e incluso algunos nobles. Quienes, mediante el uso de la demagogia, levantaron a los humildes en contra de un extranjero que no tenía ni papa de la lengua del Reino. Y que además veían peligrar su estatus de élite del país y sus prerrogativas de poder sobre esos mismos humildes.

Sí, muy curioso cómo la memoria histórica se desvirtúa y los hechos se van cambiando a lo largo de los tiempos.

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Adivina, adivinanza

  • ¿Cómo se denomina comúnmente al que aparenta ser algo que a todas luces no es?
Yo diría que "payaso" se ajusta bastante bien.

  • ¿Y al que además hace gala y orgullo de ser así tomando al resto de imbéciles?
Creo que "payaso gilipollas" le iría que ni pintado.

  • Si le mezclamos una pizca de palabrería grandilocuente y un puñado de sofistería, ¿qué resulta?
Tal vez "payaso pedante y gilipollas", aunque estoy abierto a otras interpretaciones.

  • Y, por finalizar, añadámosle un toque de atacar por detrás a la gente mientras de cara se les sonríe y se les da la razón lamiéndoles las botas. ¿Qué queda?
Un hijo de la gran puta. Punto.

Editado: esta entrada enlaza con ésta. Por localizar al personal.

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PJs de mi vida: Adriano Corleone (III)

Después de aquello todo se desmadró. La perfecta y solitaria existencia de Adriano dejó de existir.
Él, confundido, le dio Sangre a su mujer, en un vano intento de sacarla del coma en que se encontraba. Como evidentemente eso no funcionó, ya que ella era mortal y no vampiresa, se la llevó a su hogar. Allí hizo que los mejores médicos la vieran. El veredicto fue unánime: ella no quería despertar.
Entonces al Brujah se le ocurrió algo. Ella como mortal estaba condenada y dormía sin morir. Por tanto, ¿no valdría más que estuviera Condenada pero despierta e inmortal? Debía Abrazarla. Tal vez fue un loco pensamiento o un acceso de molestos e improductivos sentimientos, pero el caso es que se las ingenió para encontrar a alguien que le apoyara cuando presentara su solicitud de crear un Chiquillo ante el Príncipe de Venecia. Recordó al caballero de la máscara blanca y negra del baile en el Elíseo. Él era a todas luces una persona influyente y noble. Tal vez pudiera convencerle, o incluso comprarle, para que le diera su apoyo.
Su nombre era William Donought, caballero Ventrue y Antiguo del Clan de los Sangre Azul. Obtuvo su apoyo y Anette despertó. Muerta y revivida. La Sangre de Brujah se extendió un paso más. Aquél fue un error por el que ella, su esposa, siempre le odió.
Pero obtuvo algo más. Algo por lo que en los largos siglos posteriores siempre se lamentaría a la vez que su alma muerta casi alcanzaba la sublimación. Conoció a Yzbell, también llamada Sephira, también llamada Delirea. Oculta siempre tras un negro velo, armoniosa su voz y de movimientos delicados. Bella como una víbora e igual de letal.

Mientras tanto, a Tiko Tomoe le llega un extraño colgante de esmeralda. Intrigada, le preguntó su opinión a Adriano. Él recordó que Yzbell, la Lasombra, poseía uno igual. Decidieron investigarlo. Tras algo de proceso detectivesco llegaron a la conclusión de que aquellos colgantes eran parte de un juego de cinco que, unidos, formaban una estrella. Y la estrella, en un principio, descansaba engastada en la estatua de la Virgen de la Iglesia de San Marcos. Una estatua que, bien visto, no representaba a la Virgen María, sino a algo más siniestro. En realidad era una representación de Lilith, la Madre Oscura, la Primera Mujer, creada como igual de Adán. Maldita por Dios. Ingobernable, altanera, hechicera, infernalista, semidiosa y libre.
Al ser la única con evidente conocimiento del Mundo Antiguo en la ciudad, Adriano resolvió preguntarle a Yzbell. Los modales de ella, aún perfectos, no encajaban en la época de la reina Victoria, pero sí se asemejaban a aquéllos que el erudito había visto en compañía de Dhenabbi, su maestro y Sire, en la lejana Tiro. Por tanto, acudió a casa de la Dama a inquirirle sobre estos misterios. Allí fue donde trabó conocimiento de las "lilianas", un grupo de mujeres, algunas vampiresas y otras no, herederas de la Madre Oscura que buscaban Su engrandecimiento y odiaban a los Hijos de Caín hasta la muerte.

Por aquellos momentos Bertuccio, el dandy Lasombra, tuvo la osadía de cometer la mayor estupidez del mundo: intentar robar, por sentirse ofendido, a Sir William. Mientras éste llevaba su mandoble a la espalda. El resultado fue evidente, y Bertuccio fue ajusticiado en el momento y su esencia acabó consumida.
Además, una noche apareció ante su puerta un misterioso caballero embozado en negro. Entregó un paquete a Adriano y se fue sin que éste atinara a moverse o responder. Dentro se encontraba algo maravilloso: una esfera dorada de múltiples y complejos mecanismos. Era el artefacto que su maestro, Dhenabbi, usaba para moverse entre líneas temporales. Una nota lo acompañaba: "Utilízalo bien. Dhenabbi".

Las visitas de Adriano a la dama Yzbell se hicieron cada vez más frecuentes. Ella, visiblemente divertida por la curiosidad del Brujah, comenzó a mostrarle las verdades de la Historia. Cómo su Padre, el mismo Brujah, había sido un hombre cruel y metódico en vida y cómo su condición de no-muerto no había sino hecho aumentar su carácter. Le confesó, con evidente desparpajo, que ella era la hija de Lucien, el mismo Padre Lasombra. Le contó sobre las verdaderas intenciones de los Ventrue y de cómo ella, en pago a no destruir a ese sucio y vergonzoso Clan de hipócritas, obtuvo la servidumbre de Sir William. A quien, por descontado, a ella le encantaba torturar moralmente. También obtuvo regalos: el escudo que Veddartha, el Padre Ventrue, llevaba cuando fue vencido por Ennoia, la Madre Gangrel, durante la Guerra de las Edades; o la Hoja Oscura, una espada hecha de sombras, que otorgaba portentosos dones a su esgrimidor. Poco podía imaginar que con estos presentes Adriano estaba vendiendo su alma.
Tan frecuentes eran las visitas que Adriano ya era conocido por los sirvientes de la casa de la Dama. Así, casi se le permitía entrar sin llamar. Debido a ello en una ocasión la vio con el rostro completamente descubierto. Efectivamente no había palabras para describir su etérea hermosura, sus perfectas facciones. Cayó irremediablemente y, desde aquel momento, su corazón seco y apático revivió en calurosas oleadas de amor por Yzbell.
Ésa fue su particular maldición, por la que siempre se odiaría a sí mismo y la odiaría a ella.

Entretanto, el caso del brazalete continuaba sin resolverse para insatisfacción del Príncipe. Ellos, el grupo de Adriano, todavía no se lo habían entregado. Por tanto, y deseando investigar más, ya que había una conexión evidente entre los colgantes de esmeralda y el brazalete robado, decidieron engañar al regente de la ciudad. Con la ayuda de Sir William, otra anotación más en su lista de favores que deberían ser retribuidos a su señora, obtuvieron un duplicado perfecto que consiguió engañar tanto a la Primogénita Malkavian como al Pavo Real.
Pero el misterio continuaba.
Descubrieron el paradero de los otros tres colgantes. Con artimañas e ingenio -como la brillante seducción de una de las portadoras por el Barón Robert, o la entrega de sangre de un Archimago al guardián de otro de los fragmentos-, así como una larga concatenación de más favores a la Dama, consiguieron hacerse con ellos. Ella, por supuesto, sólo sonreía enigmáticamente tras su velo.
Pero no pudieron continuar con el plan trazado para desenmascarar a las lilianas. Pues algo ocurrió que dio al traste con todo.

Era el cumpleaños de Tiko Tomoe, la Assamita japonesa. Ella le propuso un trato al Brujah. A cambio de una sustanciosa cantidad de dinero y de prestarle la casa para celebrar una fiesta con motivo de la ocasión, ella se pondría a su servicio y no le abandonaría jamás. Él, viendo que aquello era una oportunidad de oro, aceptó. Una guardaespaldas Assamita era un seguro para su no-vida y para la de su hija adoptiva y su mujer...
Así que se celebró el cumpleaños de la japonesa. Fue un acontecimiento fastuoso.
Hasta que Tiko, en una representación teatral escrita y protagonizada por ella misma, acusó a la dama Yzbell de pertenecer a las lilianas, de jugar con el corazón de Adriano y de engañarles a todos ellos. En medio de la acusación, ella, sin que nadie acertara a ver cómo, prendió fuego a la casa, convencida en matar a la vampiresa que era, además su rival por el Brujah. Pues sí, la japonesa se había enamorado de Adriano y sufría al verlo bailar al son de la Lasombra.
Adriano, como respuesta ante la amenaza que Tiko representaba para su amada Yzbell, entró en frenesí. Se lanzó a interponerse entre las dos vampiresas, parando con la Espada Negra la certera estocada que se dirigía al corazón de la Dama. No hizo falta.
La Dama, riendo, apartó a su "campeón" y detuvo con sus delicadas manos la hoja de la Assamita a la vez que multitud de sombras ahogaban y extinguían las llamas. De un rápido golpe doblegó a su atacante y, en vez de matarla, la propuso un trato. Que redundaría en su beneficio, claro: Adriano rescindiría el contrato con la japonesa y ésta entraría al servicio de la Lasombra. Con la vida y la salvaguarda del erudito como pago. Así, explicaba ella con su sonrisa lobuna, Tiko conseguiría lo que deseaba, que era consagrar su existencia a protreger a Adriano.

Y fue en ese momento cuando, caprichos del Destino, de la cartera que el Brujah siempre llevaba al hombro se cayó la esfera de Dhenabbi con un tintineo metálico. Robert de Lyonesse, Tiko Tomoe y Adriano vieron cómo el escenario a su alrededor cambiaba para pasar de ser el lujoso salón de una mansión veneciana a las interminables arenas del desierto tunecino.

Gracias al poder de su Sangre, Adriano Corleone supo algo más: la fecha en que se encontraban rondaba el 800 a.C.

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Tierra Serena XIII

La espada segó tela, piel, carne y hueso. Se deslizó tan suavemente a través del cuello que ni siquiera notó disminuir su inercia. El pesado fardo en que se convirtió el cuerpo del último prisionero, una vez que la cabeza ya no estuvo sobre él, se precipitó al suelo. Cayó con un sonido sordo. Como un cerdo muerto.
"Eso es lo que son", pensó sir Ilan, viendo la trayectoria en vuelo de la cabeza recién seccionada. Rebotó varias veces sobre el suelo antes de ir a pararse junto a otros restos sanguinolentos. "Reses". No eran más que ganado ante él. Miró alrededor y reparó en el montículo cada vez más grande de cuerpos que sus hombres estaban formando con los muertos.
El rápido ajusticiamiento de los culpables de espionaje, o así lo llamaría cuando lo explicara ante el entrometido mago, estaba empezando a cansarle. Lo que había ideado, en parte para poner en dificultades a su señor, en parte para su propia diversión, ya no tenía el atractivo de la novedad. Llevaba casi cuatro días, con sus noches, en aquel solitario torreón.
La Torre del Paso Negro estaba enclavada en lo alto de una pequeña elevación, delante justo del único paso que atravesaba el Espinazo Negro, llamadas así por estar formadas casi en su totalidad de basalto gris oscuro. A su alrededor, las malezas del monte bajo, que eran la única especie vegetal de la zona, estaban cubiertas por un liso manto de nieve. El angosto valle había servido de paso entre reinos desde hacía innumerables generaciones. En una época muy lejana ya en la memoria, dos reinos amigos se extendían a cada lado de la cordillera. Ambos países construyeron a cada lado puestos de aduanas y comercios, y la prosperidad llegó hasta aquel lugar. Ahora separaba a dos enemigos irreconciliables, el Señorío de Renn y el Ducado de Raven. Y estos dos enemigos habían derribado las casas, sepultado los mercados, y habían levantado torres de guardia para vigilarse mutuamente, para controlar el tráfico del Paso Negro. Pues seguía existiendo comercio a través de esa frontera, y lord Sergei, Duque de Raven, cobraba importantes impuestos gracias a aquella inestable situación.
Sir Ilan se había propuesto minar las bases que sustentaban el poder del Duque. Su Dama, su auténtica Dama, así se lo había ordenado. Le había dicho qué hacer, pero no cómo hacerlo. La sinuosa mente del imponente guerrero no necesitaba ayuda para hacer lo que mejor sabía hacer.
Elevarse en la pirámide de poder.
Y aquel que se interpusiera en su camino tenía una salida fácil. La muerte.
Un irritante olor llegó hasta él cuando tomó aire con fuerza. Sus hombres estaban prendiendo la pila de cuerpos mutilados, previamente regados con el aceite aromático que las víctimas transportaban de vuelta a su país. El dulzón hedor pronto se extendió por el patio fortificado que rodeaba la Torre. Sir Ilan y el resto de los guerreros miraban cómo el fuego consumía a los "espías". Todos, o casi todos, con una sonrisa de diversión en sus labios. Sir Ilan no era estúpido, ni mucho menos, y sabía que si quería seguridad en sus planes debía rodearse de gente que le apoyara. Por eso el plazo de un día que el Duque le había dado para partir hacia la Torre había sido suficiente para que pudiera cambiar la composición del destacamento que se llevaba. Casi dos mil hombres, repartidos entre espadachines, ballesteros, piqueros acorazados y un pequeño grupo de Guerreros Negros, apenas medio centenar. Éstos, llamados así por sus armaduras hechas con escamas de dragón negro, eran sus más fieles partidarios, pues compartían su misma meta: alcanzar el poder por la fuerza. Casi dos tercios de aquella fuerza de combate haría cualquier cosa por obedecer a sir Ilan.
Sonrió mientras observaba detenidamente las caras de sus subordinados. Debajo de sus sonrisas había implacables guerreros, fríos asesinos. Lo mejor del ducado, y casi todos fieles a él. Este pensamiento le hizo fijarse en una pequeña y frágil figura, ataviada con una túnica negra, que observaba la escena desde más lejos. Zhura, tan hermosa como mortífera, era la estudiante favorita del Duque, y la más avezada. No sólo eso, sino que era fanáticamente leal a su maestro. La aprendiza de mago, junto con otros dos estudiantes de lord Sergei, estaban allí para vigilarle. Lo cual le recordó... sí. Allí estaba.
Casi invisible, protegía a los tres hechiceros de cualquier cosa a la que no fueran capaces de enfrentarse ellos solos, posiblemente con órdenes estrictas de no hacer nada sino cuidar en la sombra a los magos. Un único representante de la Hermandad de la Mano de Ébano, la guardia personal de lord Sergei. Un pequeño grupo de Ejecutores renegados, no más de una veintena de miembros, cada uno con la valía de un ejército. Los Ejecutores, un grupo creado en otro tiempo por el Imperio, cuando éste tenía algo de poder, para vigilar a los siempre indisciplinados nobles. Ahora, con el poder del trono imperial reducido a la mínima expresión, la Orden de los Ejecutores todavía persistía, vigilando, escudriñando, tal vez con más poder de lo que muchos condes y barones admitían. Y aquél que sir Ilan tenía, o creía tener, delante era un renegado de esa severa y mortífera Orden. Nadia sabía cómo lord Sergei había reunido bajo su égida a esos retorcidos y eficientes asesinos. Tampoco quería saberlo.
Flexionó sus poderosos brazos, observando cómo los músculos de acero se marcaban en su bronceada piel. Aquellos brazos habían matado a cientos de hombres. Se decía que un Ejecutor podía acabar él solo con un ejército, de noche y en las mejores condiciones. También se decía que un miembro de la Hermandad era incluso más eficiente, con sus capacidades mágicamente mejoradas por el Duque Negro.
Sonrió para sí. Mediría su propia fuerza contra ellos, aunque todavía no. Sólo esperaba el momento oportuno para dar el golpe. Y entonces lucharía con adversarios a su nivel. Adversarios cuyo nombre hacía temblar al más duro veterano de cien campañas. Dentro de poco comprobaría si eran ciertas aquellas habladurías, aquellos rumores susurrados con un intenso pavor...
Aunque lo dudaba.

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Tierra Serena XII

El Duque miró a la mujer, más sorprendido incluso que antes. Su estado era tal que casi podría definirse de cómico, si no fuera por la novedad.
-Bien -dijo secamente, casi de manera atropellada-. Será como deseéis, muchacha -se dio la vuelta, encaminándose de nuevo hacia la puerta a vivo paso-. Espero que salgáis de mis habitaciones antes de que vuelva -se detuvo al agarrar el tirador e inclinó la cabeza ligeramente hacia Eli-zabad, mirándola de reojo-. Por vuestro bien.
Recorrió deprisa los corredores y las escaleras hasta su laboratorio. Los criados, conocedores del normalmente tranquilo temple de su amo, se apartaban extrañados y asustados de su camino, temiendo severas y permanentes reprimendas. Lord Sergei, con velo rojo en su mirada, furioso con la esposa de su lugarteniente, por... por...
Se detuvo inmediatamente. Su inclinación al autoanálisis tomó las riendas. La fría lógica se impuso en el momento de la revelación. La retorcida y veloz máquina que era su mente procesó la información que le llegaba. Los asustados curiosos huyeron presas del pánico cuando la feroz y rabiosa carcajada brotó de sus labios, seguros de que el amo estaba poseído por un demonio.
Eso era. Se sentía culpable.
Ella irradiaba una pureza sin mácula. Le atraía con una fuerza desmesurada, como la llama atrae a la polilla. Y esa fuerza era... ¿qué era? No estaba seguro.
Volvió a ponerse en camino, algo más sosegado, aunque fuera poco. Atravesó las barreras casi sin darse cuenta y entró en su laboratorio. Hizo que la luz inundara la estancia y fue a sentarse en un sillón viejísimo. La mortecina claridad procedente de los globos mágicos no llegaba a iluminar todo el laboratorio. Multitud de rincones estaban ocultos a la vista. Las enormes estanterías llenas de libros, pergaminos, frascos y botellas de ingredientes mágicos, amuletos y piedras, se perdían en la infinidad de esas pequeñas negruras. Creaban la impresión de precipitarse hacia ellas, hundiendo todo el saber en ese precipicio. Las alfombras, limpias pero gastadas por el uso, las mesas cubiertas de pergaminos, plumas y tinteros, las sillas y banquetas, sencillas y funcionales... Todo hablaba de misterio, antigüedad, hechizos.
Pero el Duque no pensó en esto, pues estaba enfrascado en sus propias revelaciones. Se sentía culpable por traicionar su pureza. No sólo eso, pensó, concentrándose al máximo. Su acceso de cólera era como la pataleta de un niño que ha sido descubierto en falta. Ella a lo mejor no se había dado cuenta, pero él sí. Se había dado cuenta de que sentía que le era infiel. Y, tomando en consideración quién era ella y quién era él, eso llevaba necesariamente a una cosa: se sentía ligado a ella. Tal vez emocionalmente. Tal vez esa... sensación, no del todo desagradable pero sí nueva, que acompañaba al deseo que sentía hacia ella era... ¿querencia? ¿¿AMOR??
Eso no podía ser. Era imposible. ¿Cómo él se dejaba ensuciar por esos sentimientos debilitantes? No sólo debilitantes. Eran pérdida de eficiencia. Entorpecían sus planes.
-Debo apartarme de ella -dijo a las sombras-. No debo permitir que me distraiga. Ella no ha sido para mí nada más que mi pequeña venganza.
Pero ni siquiera él se tragó sus propios razonamientos. Sabía que pensaría en ella y se sentiría aún más culpable. "¡Dioses oscuros!", maldijo para sí, "Me he dejado encandilar por una muchacha".
Rápidamente soterró sus pensamientos. Estaban mejor ahí, ocultos a su escrutadora vista. Nada debía interponerse en sus planes. Nada.
Ni nadie.

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Tú sigue así, negacionista

Por mediación de Lanarch, visto aquí.

Menos mal que estos tíos existen y nos muestran la verdad tal y como a ellos les gustaría que fuera...


El audio está desfasado con respecto a la imagen, pero bueno. Estos tipos son geniales.

Uno se pregunta entonces si la gente simplemente ocupa espacio y ya está. Si los recursos necesarios para su subsistencia y los productos de deshecho que fabrican en realidad son una ilusión.

¡Si es que se está desaprovechando el mundo, señores! ¿Para qué queremos bosques, océanos llenos de vida, una atmósfera más o menos limpia? Nada, hombre, urbanicemos uno de cada dos metros cuadrados. Ya veo los carteles: "Se vende planeta con espacio de sobra sin problemas de hambre o pobreza. Facilidades de pago para familias numerosas. Semi-nuevo."

Atención a las frases:

"Actualmente podemos alimentar a 12.000 millones de personas."

"Lo que hay es una explosión de longevidad y de sanidad".


"Luego se demostró que no hay ningún problema con el agujero de ozono".

Editado: hace un ratín escuché en la radio que la NASA ha aconsejado al resto de agencias espaciales del mundo que cambien el combustible de sus cohetes para evitar el agrandamiento del agujero de la capa de ozono (noticia comentada por Siesp aquí). El próximo episodio, ya de ya, de verdad te lo juro por Arturo, será sobre este tema.

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Yo y mi subconsciente

Anoche tuve un sueño la mar de raro.

Era el rey de los tartessios, vestido de oro y plata y con cientos de sirvientes y miles de súbditos en un reino con más riquezas que Creso. Mis ejércitos habían sometido a los pueblos de toda la Península, y mis barcos surcaban el Mediterráneo trayéndome las riquezas de Egipto y de Tiro. Mi reinado influenció en la cultura Minoica y mi nombre era temido y respetado por todo el mundo conocido.

Impulsé el servicio militar profesional en un ejército basado en la infantería pesada a lo romano y los carros de combate a lo hitita. Con la falcata como símbolo, atravesé el Mediterráneo Occidental hasta conquistar la Etruria y someter a sus belicosos reyes. Con su respaldo, establecí una colonia sobre los restos humeantes de una aldea entre siete colinas a orillas del río Tíber...

Creo que tengo que echar una partida al Rome Total War...

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El mejor momento de TBBT


Desternillantemente brutal.

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¿Queda claro?


Sacado, Jezabel mediante, de aquí.

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¿Qué haces si estás en Holanda y te encuentras un zueco gigante?

Rescatado del baúl de los recuerdos, de mi viaje al BeNeLux el año pasado.


Uno no puede evitar recordar a aquel personaje tan entrañable.

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Va para ti. Punto.

Hay ocasiones en que la única respuesta válida que uno encuentra para determinado tipo de gente ya la encontró alguien anteriormente y la plasmó mediante la música.
Con permiso del único y verdadero dios (uno de tantos, pero sólo el único):



Para él, si quiere darse por aludido. El que quiera entender, que entienda.

Y el que no, con Wellington.

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