Uno de los motores que rigen el comportamiento humano es el miedo. El miedo al "qué dirán".
Los seres humanos siempre temen que otro ser humano les haga daño. Puede ser temor a que les maten o incluso a que les hieran. Y, entre todas las armas a disposición del ser humano, la más mortífera es la palabra. La palabra puede servir como cuchillo en la oscuridad o como arma de destrucción masiva. Una palabra puede destrozar tu vida, una palabra puede cambiar tu visión del mundo, una palabra puede sumergirte en la más abyecta ignominia. Y, ante eso, el ser humano se defiende. Tal vez con palabras, tal vez con hechos. Da igual.
El ser humano, además, es pusilánime. Visto en términos etológicos, como diría la bióloga Jezabel, es un simple mecanismo de supervivencia. Un animal no es cobarde, o valiente, o posee sentido de la ética. Como animal, el ser humano sólo intenta sobrevivir y medrar. Pero el ser humano forma parte de una sociedad, tiene capacidad de abstracción y sentido de la moral. Así que me voy a salir del campo de la biología para entrar en el de la psicología o en el de la sociología (yo es que lo mismo valgo para un roto que para un descosido).
Cuando un ser humano se relaciona con otro seres humanos, su cobardía entra en acción. El miedo hace que se retraiga ante cualquier signo de acercamiento, ya que dejar entrar a alguien en su espacio lo hace más vulnerable. El miedo hace que elabore complicadas estructuras fantasiosas en su mente para explicar un suceso, ya sea posible, efectivo o incluso imaginario. El miedo hace que ataque antes de sufrir él mismo un daño. Juntando estas tres reacciones (y más, pero no me voy a extender por ese lado) el ser humano se convierte en un ser peligroso para los demás y para sí mismo. Un ser armado con la palabra. Así, el ser humano murmura a espaldas de otros, socava la imagen que de ellos tienen los demás, diseña estrategias de ataque encubierto contra el resto. Todo como mecanismo de defensa. Lo que no se da cuenta es de que esos ataques que realiza, la mayor parte de las veces, están minando su propia defensa. Cuando un ser humano sufre una merma ante los demás, automática e inicialmente piensa que ha sido intencionada. Las más de las veces ni siquiera pasa por su cabeza si este hecho ha sido en parte culpa suya. Los más maduros acaban Dándose Cuenta de que esa violencia que dicta su comportamiento y ese castillo en las nubes que se han montado, no son sanos ni para él ni para los demás (pero sobre todo para él). Actúan con valentía, pasando por encima del "qué dirán" y enfrentándose directamente, abriéndose, arreglando las cosas. Son pocos, pero alguno hay. El resto, totalmente ciegos a las consecuencias de sus actos, a las mentiras que se cuentan ellos mismos, al vivir en una ilusión propia y ajena a la realidad, ven satisfechas sus pequeñas mezquindades sin enterarse de que solo se atacan a sí mismos, de que ellos son su propia merma. Son unos pusilánimes que dejan que el miedo y los espejismos que ellos mismos diseñan rijan sus vidas.
¿A qué viene todo esto? A que muchas personas que conozco me toman por gilipollas. Esto es, que no me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor. A eso, decir que mi capacidad de empatía está bastante bien desarrollada y soy capaz de establecer con muy buena exactitud los comportamientos de los que me rodean (en ocasiones, en pocas, me equivoco. Después de todo, soy humano). Es más: me entero de muchas cosas "ocultas". La mayor parte de las veces acabo sabiendo lo que la gente de verdad piensa de mí. No lo que me dicen, no, sino lo que se callan. Va para ésos, para los que se montan películas en su cabeza en las que yo soy la despreciable presa y ellos el honorable paladín justiciero, para los falsos que piensan que estoy en Babia y no caigo en sus tejemanejes, para los que piensan que el que yo sea una buena persona es equivalente a que me puedan torear sin que me entere. Para los pusilánimes que prefieren vivir en la Luna de Valencia, muy contentos dentro de sus castillitos de nubes y que me atacan creyendo que yo no me doy cuenta.
Una apreciación: quedáis como el culo. Ante mí y ante los demás.
Un consejo: si tenéis algo que decir de mí, me lo decís a la cara. Si tenéis intención de arreglar algo, sed valientes, salid de vuestras madrigueras fantasiosas y hablad conmigo. Tal vez entonces vuelva a consideraros personas.
Editado: y alguien se preguntará que por qué no lo hago yo. ¿Por qué no soy yo el que inicia ese acercamiento? Pues por una serie de razones: 1- en varias ocasiones he intentando tender un puente, incluso a veces lo he cruzado en su totalidad para ir a buscarles, y ha dado igual; 2- esta gente es tan ciega y presuntuosa que piensa que ellos no han hecho nada ni tienen culpa de nada; 3- me he cansado de intentar dialogar con ellos, es como hablarle a una pared; 4- yo ya hice mi parte y se me ignoró, así que si quieren madurar el paso lo deben dar ellos. Si es que tienen interés en madurar.
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Los seres humanos siempre temen que otro ser humano les haga daño. Puede ser temor a que les maten o incluso a que les hieran. Y, entre todas las armas a disposición del ser humano, la más mortífera es la palabra. La palabra puede servir como cuchillo en la oscuridad o como arma de destrucción masiva. Una palabra puede destrozar tu vida, una palabra puede cambiar tu visión del mundo, una palabra puede sumergirte en la más abyecta ignominia. Y, ante eso, el ser humano se defiende. Tal vez con palabras, tal vez con hechos. Da igual.
El ser humano, además, es pusilánime. Visto en términos etológicos, como diría la bióloga Jezabel, es un simple mecanismo de supervivencia. Un animal no es cobarde, o valiente, o posee sentido de la ética. Como animal, el ser humano sólo intenta sobrevivir y medrar. Pero el ser humano forma parte de una sociedad, tiene capacidad de abstracción y sentido de la moral. Así que me voy a salir del campo de la biología para entrar en el de la psicología o en el de la sociología (yo es que lo mismo valgo para un roto que para un descosido).
Cuando un ser humano se relaciona con otro seres humanos, su cobardía entra en acción. El miedo hace que se retraiga ante cualquier signo de acercamiento, ya que dejar entrar a alguien en su espacio lo hace más vulnerable. El miedo hace que elabore complicadas estructuras fantasiosas en su mente para explicar un suceso, ya sea posible, efectivo o incluso imaginario. El miedo hace que ataque antes de sufrir él mismo un daño. Juntando estas tres reacciones (y más, pero no me voy a extender por ese lado) el ser humano se convierte en un ser peligroso para los demás y para sí mismo. Un ser armado con la palabra. Así, el ser humano murmura a espaldas de otros, socava la imagen que de ellos tienen los demás, diseña estrategias de ataque encubierto contra el resto. Todo como mecanismo de defensa. Lo que no se da cuenta es de que esos ataques que realiza, la mayor parte de las veces, están minando su propia defensa. Cuando un ser humano sufre una merma ante los demás, automática e inicialmente piensa que ha sido intencionada. Las más de las veces ni siquiera pasa por su cabeza si este hecho ha sido en parte culpa suya. Los más maduros acaban Dándose Cuenta de que esa violencia que dicta su comportamiento y ese castillo en las nubes que se han montado, no son sanos ni para él ni para los demás (pero sobre todo para él). Actúan con valentía, pasando por encima del "qué dirán" y enfrentándose directamente, abriéndose, arreglando las cosas. Son pocos, pero alguno hay. El resto, totalmente ciegos a las consecuencias de sus actos, a las mentiras que se cuentan ellos mismos, al vivir en una ilusión propia y ajena a la realidad, ven satisfechas sus pequeñas mezquindades sin enterarse de que solo se atacan a sí mismos, de que ellos son su propia merma. Son unos pusilánimes que dejan que el miedo y los espejismos que ellos mismos diseñan rijan sus vidas.
¿A qué viene todo esto? A que muchas personas que conozco me toman por gilipollas. Esto es, que no me doy cuenta de lo que sucede a mi alrededor. A eso, decir que mi capacidad de empatía está bastante bien desarrollada y soy capaz de establecer con muy buena exactitud los comportamientos de los que me rodean (en ocasiones, en pocas, me equivoco. Después de todo, soy humano). Es más: me entero de muchas cosas "ocultas". La mayor parte de las veces acabo sabiendo lo que la gente de verdad piensa de mí. No lo que me dicen, no, sino lo que se callan. Va para ésos, para los que se montan películas en su cabeza en las que yo soy la despreciable presa y ellos el honorable paladín justiciero, para los falsos que piensan que estoy en Babia y no caigo en sus tejemanejes, para los que piensan que el que yo sea una buena persona es equivalente a que me puedan torear sin que me entere. Para los pusilánimes que prefieren vivir en la Luna de Valencia, muy contentos dentro de sus castillitos de nubes y que me atacan creyendo que yo no me doy cuenta.
Una apreciación: quedáis como el culo. Ante mí y ante los demás.
Un consejo: si tenéis algo que decir de mí, me lo decís a la cara. Si tenéis intención de arreglar algo, sed valientes, salid de vuestras madrigueras fantasiosas y hablad conmigo. Tal vez entonces vuelva a consideraros personas.
Editado: y alguien se preguntará que por qué no lo hago yo. ¿Por qué no soy yo el que inicia ese acercamiento? Pues por una serie de razones: 1- en varias ocasiones he intentando tender un puente, incluso a veces lo he cruzado en su totalidad para ir a buscarles, y ha dado igual; 2- esta gente es tan ciega y presuntuosa que piensa que ellos no han hecho nada ni tienen culpa de nada; 3- me he cansado de intentar dialogar con ellos, es como hablarle a una pared; 4- yo ya hice mi parte y se me ignoró, así que si quieren madurar el paso lo deben dar ellos. Si es que tienen interés en madurar.
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15 errantes soñaron:
¡Nene! ¡Hay gente maravillosa por todas partes, invierte tus energías en ellos! ¡Y en mí, que soy maja remaja!
Sobre la parte que no va dirigida a nadie... es cierto... me engaño a mí mismo haciendome creer que por tener delante los apuntes, me los aprenderé, pero en realidad estoy escribiendo este comentario.
Soy un pusilánime (siempre me sonará rara como palabra...).
Sobre lo otro, ya lo dice Jez. Apesea con la gente que vale la pena (yo el primero) y después dale sepso a ella.
Jez, ya sé que tú eres maja remaja. Y yo aún diría más: eres remaja maja.
Frost, la pusilanimidad está en todos. Todos somos humanos. Ahora, si por lo menos la combates... Entonces despertarás al tigre que hay en ti. Yo apesearé contigo, pequeño paquete de cereales congelados.
¡Estoy tan contenta de que aprendas a tratar a la gente con apelativos cariñosos como "pequeño paquete de cereales congelados"!
En términos serios, cariño, yo considero que quien o quienes sean los destinatarios de tus palabras, si son así, más ganarías en olvidarte de ellos y dedicarte a la gente que te interesa de verdad.
El problema que veo, Rad, es que por un lado 'esperas' (o como quieras llamarlo) que sean esas personas las que den un paso hacia ti, pero por otro reconoces, en el punto 2 de la parte que has editado, que son tan ciegos y presuntuosos que piensan que no han hecho nada ni tienen la culpa de nada. Mal panorama.
Así que me uno a la propuesta de Jezabel: mándalos a tomar por c... ¡Y a disfrutar a la gente que vale la pena! Que de estos últimos los hay patadas.
Además, en estos casos el que se cabrea y el que está jodido eres tú porque, encima, debes de ser tan buen tío que, pese a todo, todavía te importan esas personas.
Un abrazo.
Quisiera hacer notar que todo el mundo me está dando la razón. Gracias.
Yo no espero que lo hagan. Si lo hacen pues me alegraré, ya que demuestran su intención de madurar. Aún así, es posible que me preocupe por la gente. Tal vez demasiado...
De todas maneras, yo lo digo por "ellos". Que se den cuenta de que tienen la mentalidad de un niño de 6 años. Que se las dan de maduros y de geniales y tal, y en realidad son patéticos prepúberes. Y que yo no me chupo el dedo y veo lo que hacen. Que me dan risa sus intentos de aparentar una madurez inexistente.
Voy a ser un poco cervantino. "Ladran, luego cabalgamos, amigo Radagast".Salu2.
Rad, te vendo un lanzallamas de segunda mano. Yo ya no lo uso. Ahora utilizo una guillotina.
¿Hace?
Toda esta rayada mental se cura con un buen duelo a base de golpes de remo (ya sean lterales o dialectos) asi que cuando quieras me das un toke y dueleamos.
O ponemos a parir a alguien q tanto me da... aupa el despelleje!
Si son gente que para ti no vale la pena, olvídalos, págales con desprecio.
Si sí te importan, como parece, pues plantéatelo: tal vez sólo estás viendo el lado malo de ellos, y tengan también cosas buenas, y tal vez haya otra forma de comunicarse...
Si la encuentras, úsala. Si no, pasa al primer párrafo de nuevo. Pero no te hagas mala sangre, porque eso sólo te perjudica a ti.
Saludos.
Pusilánimes por indolentes, por temerosos, por desconcertados.
Por que piensas que alguien piensa atacarte ,si no eres atacante difìcilmente piensen en eso.
Marcelino, eres todo un apoyo, gracias.
Siesp, pues te lo agradezco. El mío parece que está encasquillado... Creo que no miré bien la garantía.
Tarky, tu robusto brazo a la hora de manejar el remo es siempre bienvenido. Ya sea enfrente mío o a mi lado.
Aureus, veo tu GOTO 10. Creo que va a ser lo mejor.
Carlos, yo añadiría un más castizo "por gilipollas".
Calderona de la Balsa, igual que el ser paranoico no implica que no te persigan, no sólo se ataca al que te ataca. Hay quien toma por ataques, en una acto puramente pueril, meras disconformidades o pensamientos de caracter diferente a los de uno mismo. Hay quien no soporta que le lleven la contraria, hay quien necesita de modo desesperado que se le dé la razón en todo. Por definición, esta gente ataca siempre, incluso de "modo preventivo", a cualquiera que se muestre firme y no se pliegue a sus exigencias directas o indirectas.
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