Os reíais de mí. Creíais que estaba loco. Pero no, señores míos, no. He encontrado a otro.
Pero será mejor que os ponga en antecedentes.
Para guardar las confidencialidades de los implicados, voy a utilizar pseudónimos al más puro estilo Barbija.
Yo suelo tomar café a media mañana en un bar cerca de la JCyL. Bueno, más que un bar, en realidad es un zoológico. O incluso un circo. El café es bueno y no cuesta mucho, pero en realidad yo creo que voy a ver a la clientela. O incluso a los trabajadores, que es que son peculiares como ellos mismos.
Bien. Para empezar tenemos a la cocinera, La Mujer Barbuda, llamada así porque tiene un mostacho bien tupidito. La señora ésta cocina genial (alguna que otra vez he tenido que quedarme a comer, sobre todo cuando tenía las clases teóricas del Máster). Es una asturiana cincuentona con un acentazo increíble. Es famosa por su frase: "Hay lentejes, ¡te las comes y no las dejes!" exclamada a voz en grito cada vez que algún habitual se queja de la repetición del plato. La verdad es que le quedan de puta madre...
Tenemos después al camarero principal. Yo le llamo Dicharachero Manolo Pecho Lobo. Este tío de unos 40 años no se calla ni a la de tres. Es majísimo, pero habla y habla y habla. Y de cualquier tema, desde cualquier postura y con quien sea. Anda que no hemos tenido discusiones él y yo sobre el sistema educativo español, o sobre la contaminación, o sobre el fútbol, o sobre la mierda de Operación Triunfo. Lo de "pecho lobo" viene de que, pese a ir impecable con pantalón negro y camisa blanca (como buen camarero), lleva desabrochados los dos primeros botones de ésta última. No tiene pelo en el pecho apenas, pero lleva toda una enoooorme colección de cadenas de oro con santos y vírgenes y tal.
Después está la camarera Tía Buena y Maja. La pobre se pasa el día aguantando gilipolleces de los viejunos, que es que la verdad que es guapísima. Siempre tiene un comentario amable e incluso te pone una chocolatina con el café.
Por último está la camarera Tía Borde pero Eficiente. Es más seca que un palo y siempre contesta borderías, incluso cuando la dices buenos días. Pero su velocidad al servir los pedidos cuando en el bar hay no menos de 20 personas es para fliparlo. Nunca se equivoca y sabe exactamente cómo le gusta cada cosa a todos los habituales, que somos legión, sin preguntarles. Incluido yo. Café de desayuno, cargadito y templadín.
El tema es que el otro día conocí a uno de los habituales, al cual no había visto antes porque parece que suele ir en otra franja horaria. Era un hombre mayor, de unos 60-70 años. Todo trajeado, pero con el típico traje de color crema a cuadritos, zapatos blancos y clavel en el ojal. Le faltaba el sombrero y el bastón con cabeza de plata. Bueno, pues resulta que no había sitio en las mesas, así que estaba yo en la barra, tomándome mi café, cuando el tipo éste se pone a mi lado. Y le oigo mascullar. Mascullar sobre cualquier cosa. Leyendo los letreros de la tele (que estaba sin sonido), leyendo los paquetes de azúcar, criticando a Zapatero, critiacando a Rajoy, recordándose comprar el pan una y otra vez, murmurando sobre la camisa de DMPL...
Está claro que el tío debía estar algo sonado. Luego me lo confirmó el propio DMPL, que parece que el hombrico aquél estaba loco, pero loco amigable y no peligroso, vamos. Bueno, pues resulta que estaba sonando en la radio del bar, que siempre tienen puesta, la cadema M80 (otra razón para ir: la música es buena, por lo menos cuando yo voy). El tipo éste, entre murmuración y farfullo, se pone a tararear las canciones y a opinar sobre los artistas. Insisto: tiene 60 o 70 años, y la música era de las décadas de los setenta, ochenta y noventa.
Pues lo grande viene cuando, de repente, empieza a sonar "La Fauna", de Rosendo Mercado. Yo encantado, como os podéis imaginar.
Y el buen hombre se pone a cantarla. ¡Se la sabía entera! Y le oigo decir, perfectamente claro porque estaba a mi lado: "teníamos a Lope y a Quevedo, pero se murieron. Por suerte todavía nos queda Rosendo. Qué letras, qué guitarra. ¡Este tío es Dios hecho carne!"
Así que ya sabéis. Si he encontrado a otro, es que somos más de lo que parece. Temblad, pues pronto entronizaremos al Verdadero y Único. Y todos los que os reíais de mí temblaréis.
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Pero será mejor que os ponga en antecedentes.
Para guardar las confidencialidades de los implicados, voy a utilizar pseudónimos al más puro estilo Barbija.
Yo suelo tomar café a media mañana en un bar cerca de la JCyL. Bueno, más que un bar, en realidad es un zoológico. O incluso un circo. El café es bueno y no cuesta mucho, pero en realidad yo creo que voy a ver a la clientela. O incluso a los trabajadores, que es que son peculiares como ellos mismos.
Bien. Para empezar tenemos a la cocinera, La Mujer Barbuda, llamada así porque tiene un mostacho bien tupidito. La señora ésta cocina genial (alguna que otra vez he tenido que quedarme a comer, sobre todo cuando tenía las clases teóricas del Máster). Es una asturiana cincuentona con un acentazo increíble. Es famosa por su frase: "Hay lentejes, ¡te las comes y no las dejes!" exclamada a voz en grito cada vez que algún habitual se queja de la repetición del plato. La verdad es que le quedan de puta madre...
Tenemos después al camarero principal. Yo le llamo Dicharachero Manolo Pecho Lobo. Este tío de unos 40 años no se calla ni a la de tres. Es majísimo, pero habla y habla y habla. Y de cualquier tema, desde cualquier postura y con quien sea. Anda que no hemos tenido discusiones él y yo sobre el sistema educativo español, o sobre la contaminación, o sobre el fútbol, o sobre la mierda de Operación Triunfo. Lo de "pecho lobo" viene de que, pese a ir impecable con pantalón negro y camisa blanca (como buen camarero), lleva desabrochados los dos primeros botones de ésta última. No tiene pelo en el pecho apenas, pero lleva toda una enoooorme colección de cadenas de oro con santos y vírgenes y tal.
Después está la camarera Tía Buena y Maja. La pobre se pasa el día aguantando gilipolleces de los viejunos, que es que la verdad que es guapísima. Siempre tiene un comentario amable e incluso te pone una chocolatina con el café.
Por último está la camarera Tía Borde pero Eficiente. Es más seca que un palo y siempre contesta borderías, incluso cuando la dices buenos días. Pero su velocidad al servir los pedidos cuando en el bar hay no menos de 20 personas es para fliparlo. Nunca se equivoca y sabe exactamente cómo le gusta cada cosa a todos los habituales, que somos legión, sin preguntarles. Incluido yo. Café de desayuno, cargadito y templadín.
El tema es que el otro día conocí a uno de los habituales, al cual no había visto antes porque parece que suele ir en otra franja horaria. Era un hombre mayor, de unos 60-70 años. Todo trajeado, pero con el típico traje de color crema a cuadritos, zapatos blancos y clavel en el ojal. Le faltaba el sombrero y el bastón con cabeza de plata. Bueno, pues resulta que no había sitio en las mesas, así que estaba yo en la barra, tomándome mi café, cuando el tipo éste se pone a mi lado. Y le oigo mascullar. Mascullar sobre cualquier cosa. Leyendo los letreros de la tele (que estaba sin sonido), leyendo los paquetes de azúcar, criticando a Zapatero, critiacando a Rajoy, recordándose comprar el pan una y otra vez, murmurando sobre la camisa de DMPL...
Está claro que el tío debía estar algo sonado. Luego me lo confirmó el propio DMPL, que parece que el hombrico aquél estaba loco, pero loco amigable y no peligroso, vamos. Bueno, pues resulta que estaba sonando en la radio del bar, que siempre tienen puesta, la cadema M80 (otra razón para ir: la música es buena, por lo menos cuando yo voy). El tipo éste, entre murmuración y farfullo, se pone a tararear las canciones y a opinar sobre los artistas. Insisto: tiene 60 o 70 años, y la música era de las décadas de los setenta, ochenta y noventa.
Pues lo grande viene cuando, de repente, empieza a sonar "La Fauna", de Rosendo Mercado. Yo encantado, como os podéis imaginar.
Y el buen hombre se pone a cantarla. ¡Se la sabía entera! Y le oigo decir, perfectamente claro porque estaba a mi lado: "teníamos a Lope y a Quevedo, pero se murieron. Por suerte todavía nos queda Rosendo. Qué letras, qué guitarra. ¡Este tío es Dios hecho carne!"
Así que ya sabéis. Si he encontrado a otro, es que somos más de lo que parece. Temblad, pues pronto entronizaremos al Verdadero y Único. Y todos los que os reíais de mí temblaréis.
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8 errantes soñaron:
A pesar del horrible final (Rosendo no es una persona, es una aborto de berberecho que cuando canta parece que le están pisando los huevos. Te lo digo desde el cariño y el respeto ¬¬) me ha encantado el post, no sé por qué me gustan tanto las entradas que hablan sobre personas reales, descripciones objetivas o subjetivas sobre sus rasgos o formas de ser.
Y claro, como tú lo haces como Dior, más me gusta.
Me encantaría que tuvieras otro blog sólo para hablar de la gente que pasa por tu lado en la calle, de lo que hablas con el vecino en el ascensor, y de lo que te inspiran los que te rodean.
Escribes muy bien, ya te lo he dicho mil veces, pero aquí va la 1001.
Ay, Barbija, Barbija. Siento que no alcances a comprender la Palabra de Dios. No importa, ni siquiera aunque le insultes, porque Él es como es (más feo en persona, te lo digo yo que hablé una vez con Él).
Cambiando de tercio, gracias por tus palabras, nena. Ya que veo que gusta, hablaré más sobre los pensamientos desconcertantes que me provoca la gente.
Un beso.
(Y a ver si escribimos juntoooos)
>>Os reíais de mí.
y al terminar de leer la entrada seguimos haciéndolo.
En fin, menudo Circo de los Horrores... Entrañable a su manera, espantoso a la mía. Si vuelves a mirar a la camarera buenorra te doy de cucharones de palo.
Rad; Ya estamos terminando de salademapear. Luego de esa, haremos el am... post.
Jez;
>>y al terminar de leer la entrada seguimos haciéndolo.
JAJAJAJAJ mamona
>>JAJAJAJAJ mamona
Ya lo sé, hija, ya lo sé.
Pero vete asumiendo que no "harás el am... post" con Rad. Con Rad vas a abrocharte el cinturón de seguridad y a GOZAR!
Ehhh... Esteeee...
Aún a riesgo de interrumpir una conversación que parece muy fructífera...
De qué estáis hablando?
Porque habláis de escribir, verdad?
Aunque bueno, a lo otro también me apunto...
A mí también me encanta cuando se describe a gente de la calle, con sus manías y peculiaridades. Sobre todo si lo hacen bien, claro.
Del resto de vuestros tejemanejes no me meto, porque eso no es un lío, es una jungla entera de lianas.
Y que lo digas, querida Crystal. No yo mismo sé dónde estoy...
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