¿Has visto la realidad, negacionista?

Como lo prometido es deuda, dicen, aquí continúo con la tan aclamada y esperada serie "Va para ti, negacionista" (¡sólo superada en audiencia por los leones del Serengueti! ¡Díselo a tus amigos!).

Hoy me voy a ocupar del agujero de la capa de ozono. ¿Os acordáis de los gilimemos éstos? Pues eso. Por cierto que Marcelino, en su blog, ya trató el tema. Como soy buen colega, enlazo con su entrada. Ah, ¿y cómo olvidarme de Siesp? Él también hizo su aporte. Para que no digáis...

Antes de comenzar, hay una serie de preguntas básicas:
  • ¿Qué es el ozono?
  • ¿Dónde está la capa de ozono?
  • ¿Cómo nos protege?
El ozono es una molécula algo inestable formada por tres átomos de oxígeno. En condiciones normales se encuentra en forma gaseosa, tiene un color azul y un olor característico e irritante. Se forma en presencia de energías elevadas. Por ejemplo, cuando cae un rayo a tierra o a cierta altura de la estratosfera donde la temperatura es más elevada que a ras de suelo (la temperatura como expresión de la energía cinética de las moléculas, ¿eh? Si vais en manga corta a 115 km de altura os congelaréis).

La mayor concentración a escala global de este raro gas está entre los 15 y los 50 km de altura (si hay que dar un altura única, la mayor a los 20 km), en plena estratosfera. Es muy común entender el concepto "capa de ozono" como una manta o capa continua que envuelve el planeta. No es cierto. Simplemente define un cierto intervalo de alturas dentro del cual hay una concentración de ozono más alta de lo habitual. En realidad, si cogiéramos tooodo ese ozono que va por ahí pululando, lo separáramos del resto de gases atmosféricos y lo dispusiéramos a nivel del suelo, sólo tendríamos una capa de 3 mm de espesor.

También se puede encontrar en la troposfera, como he dicho antes. En este caso se forma a través de precursores químicos, como los óxidos de nitrógeno, más energía (que es que hay menos de eso a ras de suelo). En estos casos es muy perjudicial, ya que es un oxidante muy, muy potente cuya inhalación provoca problemas raspiratorios bastante graves. Es tan oxidante que se usa en tratamientos de aguas residuales para la eliminación de materia orgánica. Hay legislación sobre ello. De hecho, en España no debe superar los 180 microgramos por metro cúbico (cumpliendo la Directiva 2002/3/CE).

Como todos sabéis, la radiación solar se puede "dividir" en varios tipos. Fuera del espectro visible, por el lado del violeta, se encuentra el ultravioleta (la denominación es clara, creo: literalmente, más allá del violeta). El UV, a su vez, se puede subdividir en tres intervalos diferentes de longitudes de onda (o tres intervalos de energía): UV-A, UV-B y UV-C. Siendo el A el de menor energía y el C el de más. La UV-A es muy necesaria. Gracias a ella las plantas fotosintetizan y los humanos nos ponemos de un moreno muy resultón. Bueno, y además es una de las vías de entrada de energía en el sistema energético terrestre (como recordaréis), pero eso no viene al caso.
Las radiaciones B y C son las que nos preocupan. Son demasiado energéticas, por así decirlo. Si llegaran libremente al suelo, la vida tal y como la conocemos no existiría.
Así, es el propio proceso de formación y destrucción del ozono el que nos protege de ellas, que digamos que "se gastan" en en el ínterin.

Bueno, pues todo esto nos lleva a que hacia los años 50 y 60 del pasado siglo, varios investigadores (entre ellos el gran James Lovelock, el de la Hipótesis de Gaia) descubrieron que la concentración de ozono estratosférico estaba disminuyendo bastante sobre el continente antártico. Parece que los clorofluorocarbonos (los CFCs), muy utilizados como refrigerantes y propelentes desde la década de los 30, en condiciones de baja presión y alta energía (o sea, en la estratosfera), servían como catalizador en el proceso de destrucción de la molécula de ozono.

La imagen explica bastante bien el proceso, aunque habría que añadir que ese radical cloro libre reacciona de nuevo y acaba juntándose con el CFCl2, volviéndose a formar el CFCl3. Si esto no pasara, no sería un catalizador químico...

Y os preguntaréis: ¿y por qué sobre la Antártida? ¿No podría pasar en cualquier otro sitio? Pues mirad, sí. Puede pasar y pasa. Pero el tema es que sobre este continente ocurre con mayor relevancia. El ser una gran masa de tierra rodeada de agua justo sobre el polo, provoca que se forme una curiosa estructura de vientos ciclónicos denominada vórtice polar. Esta formación, a grandes rasgos, hace que entren los gases en una especie de "caldera impermeable" y no puedan salir. Este hecho, junto con el de que reciban radiación solar durante seis meses seguidos al año, permite que diversas reacciones químicas se lleven a cabo. Entre otras, la que nos ocupa. También se produce en el Ártico pero, como su disposición es justo al revés (una masa de agua rodeada de tierra), el efecto es muchísimo menor.

Desde los 80, que es cuando todo este tema empezó a preocupar, se ha avanzado bastante. Con el repentino aumento de la incidencia del cáncer de piel, las autoridades estatales reaccionaron e hicieron caso a los científicos, que ya venían avisando del tema 20 años atrás. Gracias a la avalancha de pruebas científicas que hay, los CFCs son ahora anatema en el mundo desarrollado, y también se intenta que otros compuestos químicos no pasen la tropopausa. En 1987 se celebró el Protocolo de Montreal, dedicado en exclusiva a esto.

¿Lo anterior es cierto? Bueno, a medias. Si bien es cierto que globalmente se produce mucha menos cantidad de CFCs, la realidad es que hay varios compuestros CFC que se siguen fabricando. Y cada vez más. Decían los gilimemos de Intereconomía que no hay ningún problema con el ozono. Lo cierto es que el agujero no ha disminuído. Los CFCs tienen una vida activa muy muy larga (de cientos y miles de años). Esperemos que, al no seguir añadiendo más ingredientes al caldero, el agujero acabe cerrándose algo.




Con previsión y todo, oiga.


En proyección polar.

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5 errantes soñaron:

Anónimo dijo...

Impresionantes los videos de la evolución de la capa de ozono, sobre todo el primero. Buena entrada, a la altura del resto de la serie.

ALKAID dijo...

joer ... mu bueno

Siesp... dijo...

Un día de estos te anarrosearé algo de tu entrada para un post en mi blog. Después de todo, no sería la primera vez, jajajaja
Me uno al "mu güeno"
Un e-brazo.

Radagast dijo...

Gracias por vuestros aplausos, señores y entidad de Mandelbrot.

La gente piensa que el problema ya está solucionado. Falso completamente. La naturaleza de los ciclos planetarios hacen que este tipo de sucesos tiendan a presentarse muy dilatados en el tiempo.

Seguramente yo no lo vea, y puede que mis hijos tampoco, pero espero que de una vez las cosas se solucionen antes de que seamos erradicados.

marcelino dijo...

Aunque un poco tarde, más vale tarde que nunca.Muy bueno y completo. Salu2.