PJs de mi vida: Adriano Corleone (II)

Dentro del Mar de Sombras, tierra Lasombra, estaba Venecia.
Corría el año 1820.
Esta ciudad era casi un refugio franco para cualquier Vástago de cualquier alineación o Clan. La algarabía de la ciudad, de los canales, de las calles, de las plazas, atraía a todo tipo de vampiros. Un monumental terreno de siembra para conspiraciones, politiqueos y traiciones.
Un lugar muy extraño para que un Vástago del tipo de Adriano Corleone estableciera su residencia. Pero es que también era una ciudad con historia, con cultura. La biblioteca y la Universidad eran famosas en todo el Mediterráneo (de hecho, Adriano se había casado con Anette Bruigli, la hija del Rector de la Universidad, tanto por servir de fachada como por su influencia sobre el padre). Y, por si fuera poco, aquella urbe tenía fama de tolerante. Tolerante dentro de las normas de la Estirpe, por supuesto. La palabra del Príncipe Alessandro Rinaldi, llamado el Pavo Real, seguía siendo ley, y su transgresión siempre daba lugar a una represalia rápida y brutal. Casi siempre de manos del propio Príncipe.

Adriano solía pasar de vez en cuando por el Elíseo. En una ciudad tan dada a los líos políticos había que hacer acto de presencia, aunque fuera de tarde en tarde. Pues los rumores corrían como la pólvora, y más de un Vástago introvertido y asocial había acabado bajo los colmillos de las víboras. Las noches en el Elíseo de la ciudad eran noches de grandes bailes, fiestas fastuosas y caldo de veneno. Había que asistir. Adriano, haciéndose pasar en la ciudad por un celote de la Línea de Troile, los mal llamados Brujah, casi nunca tenía problemas. La Primogénita de los "Brujah", una dama rotunda y susceptible de nombre Izaskun Gorritzo, cuidaba muy bien de sus subordinados, incluso de aquéllos que preferían los libros polvorientos a los salones de baile.
Una noche decidió asistir a las celebraciones de Carnaval en el Elíseo. Podía haber sido cualquier otro día, pero prefirió acudir en un momento de máxima afluencia en el que con un poco de suerte no sería molestado y en el que podría ser visto entre la crème de la crème de Venecia.
Llegó vestido de blanco, con un máscara blanca y totalmente desprovista de adornos. Él era un Brujah, desdendiente de Anis y de la verdadera tradición del Clan, y la ostentación no iba con él. Entre la gente, bailando en el Gran Salón que era lo primero que el visitante veía del interior de edificio, multitud de parejas giraban y giraban. Una le llamó la atención. Una de la que nunca se olvidaría y que más tarde haría tambalear todo su sistema de creencias y valores. Casi era imposible no verles: él con armadura medieval y una máscara la mitad negra y la mitad blanca; ella con un vestido hecho completamente de sinuosas sombras y la cara oculta tras una elaborada máscara completamente negra. Él tenía el porte regio y ella... ella, aún con el rostro velado, asemejaba a la diosa Afrodita. Sus movimientos eran pura poesía. Él se quedó embobado, quieto entre el gentío, mirándola. Pasados unos minutos, tal vez horas, una mano le golpeó la espalda, sacándole de su estupefacción.
Era su Primogénita, que tenía un encargo para él. Con la dama Gorritzo no valían excusas, y él lo sabía. Asintió y la siguió. Ella le explicó que el Príncipe, por mediación de la Primogénita Malkavian, buscaba un grupo de Vástagos para recuperar cierto objeto. Parecía que la investigación académica iba a necesitarse, así que la Primogénita "Brujah" ofreció como voluntario a Adriano . Él, tragándose la fría ira que le embargaba cuando trataba con algún hijo de Troile, aceptó inmediatamente y con una reverencia que la vampiresa acogió con una carcajada.

Así se unió a un grupo variopinto para una misión extraña. Componían el grupo un dandy Lasombra (Luigi Bertuccio), una Toreador remilgada y estúpida (Mélusine de Lusignan), un Toreador remilgado y vanidoso (Robert de Lyonesse), una japonesa de la Sangre de Hakim (Tiko Tomoe) y él, Adriano. La misión: recuperar un brazalete. Fue muy sencillo, ya que el objeto estaba en la gabardina de Bertuccio, el Lasombra, aunque él no lo había robado. Pero no se pudo cantar victoria tan pronto, ya que estando en casa de éste, el brazalete se cayó y se rompió, liberando una esfera de metal que echó a rodar con un rumbo determinado. El grupo la siguió hasta el cementerio, donde se detuvo frente a la puerta de un mausoleo muy antiguo. Tan antiguo que no quedaba ni rastro del nombre de la familia que ordenó su construcción. Adriano propuso investigar el edificio antes de devolver el objeto robado, así que volvieron a la ciudad, a consultar los registros para ver si conseguían alguna pista.

Durante la investigación, marchando de un lado a otro de la ciudad, Adriano cazó y se bebió al marido mortal de la Toreador (ella nunca llegó a saberlo), pero por desgracia fue visto por una Garou de la Tribu de los Roehuesos. Parecía que el mortal era parentela suya. Como consecuencia de este desliz y para salvar su cuello de la ira de la mujer lobo, la cambiaformas le hizo adoptar una niña de pocos meses de edad. La llamó Helena, y sería fuente de numerosos quebraderos de cabeza ya que él, un vampiro, no tenía ni idea de cómo criar y cuidar a un bebé mortal. Por si fuera poco, además la niña era una Despertada. Y muy precoz: cuando no cambiaba el color de las paredes de la casa de Adriano, invocaba una legión de patitos cuando había visitas. Pero ésa es otra historia que se encadenará con ésta en otro momento. Mientras tanto, la relación con su esposa Anette se iba deteriorando. Él era frío y distante y la muchacha, pues apenas tenía diecisiete años, no recibía la atención que debiera recibir una esposa. La llegada de Helena cambió algo esa situación, ya que ahora la joven Anette tenía algo que la distrajese de los desplantes de su marido.

Tras descubrir algunos indicios muy interesantes de la utilidad real del mausoleo, el grupo volvió al cementerio. La esfera, por supuesto, seguía allí. Entraron y, tras acabar con una serie de guardianes y desentrañar una serie de acertijos, Adriano y su grupo se adentraron en las profundidades de la tierra. El mausoleo era enorme por dentro, y en sus entrañas encontraron una sala de piedra con un círculo con un pentáculo tallado en el suelo. A su alrededor, numerosas urnas de cristal. Al fondo había una puerta de piedra, que se abrió justo en ese momento. Entraron varias figuras envueltas en túnicas transportando un cuerpo inconsciente. Los Vástagos fueron atrapados tras una breve lucha y encerrados en las urnas. Las figuras comenzaron un ritual de invocación demoníaca, con el cuerpo inconsciente en el centro del círculo, pero dispuesto de tal manera que los Vástagos atrapados no veían de quién se trataba. El círculo se encendió con una llamarada al comenzar los cánticos de los invocantes, y de entre el fuego apareció una figura demoníaca que comenzó a reírse nada más formarse. La razón de su júbilo era que los invocantes habían cometido un error al preparar el ritual y no se habían percatado de ello. El demonio quedó libre y acabó con todos ellos, uno por uno, entre horribles gritos. Al terminar la sanguinaria demostración de horror, el ser volvió al círculo, que en ningún momento se había apagado, y regresó a su dimensión.
El cuerpo, que debía servir de ofrenda, continuaba en el suelo.
Los Vástagos quedaron libres al momento, y Adriano se acercó a la figura yaciente. Estaba envuelta en multitud de telas y parecía en coma. Apartó los velos y lo que vio le dejó de piedra.
Era su esposa, Anette.

.

6 errantes soñaron:

Min dijo...

Oh, my god! Más!! Me gusta este personaje :D

Jezabel dijo...

¡Ñej ñej ñej!



(Y corrige esa falta de ortografía mortal.)

Radagast dijo...

(corregida. Gracias, nena)

Tarky dijo...

Solo un pequeñiiiiiisima puntilla y detallee miiiiiinimo minimiiiiisimo .
Robert no estaba por esos lares aun (y se de lo que hablo , que a fin de cuentas era mi personaje xD).
Te recuerdo que yo aparecí a escena cuando teniais que recuperar unos colgantes, entre los que se encontraba el de la senescal, brillantemente recuperado por.... ¡MI! jajaja

Radagast dijo...

Recuerdo, recuerdo. Tienes razón, por supuesto.
Pero bueno, por lo menos ya está introducido tu personaje. Hay que tener en cuenta que esta partida fue hace eones, y duró un par de eras geológicas más...
Un fallo lo tiene cualquiera, no?

Jezabel dijo...

- ¿Qué vas a hacer?
- Robarle la cartera.
- ¿Cómo? ¿ A quién?
- A William.
- ¿Engue? ¿ Al tipo de la espada a dos manos?
- Sí.
- ¿el que lleva a la espalda como si nada esa espada a dos manos enorme?
- Sí.
- ¿El de la espada?
- Sí.
- ¿El de la espada gorda?
- Sí.
- ¿Seguro?
- Sí.
- ¬¬ Bórrate la ficha. Estás muerto.